Literatura y precisión
Don Manuel o la agricultura.Bernardino V. Carande. Ediciones Destino, SA. Barcelona.
En 1974, la novela Sureste presentó en la narrativa española las cartas credenciales de su autor, Bernardino V. Carande, cuyo apellido es sobradamente significante. La novela sentaba las bases de un tipo de narración socio, política en relación con la vieja cuestión agraria en la economía española desde un punto de vista histórico. El autor lo planteaba, desde un arco amplio que iba desde los ilustrados hasta las leyes desamortizadoras de Mendizábal porque el protagonista alcanzaba por su padre aquella generación anterior y personalmente, por su destino asenderado y partido en dos por la invasión francesa como toda España, que ya no acertó después a ser una en tantas cosas. Alcolea, que vuelve a su predio solar extremeño en plena guerra carlista, cuando Quesada notificaba a Zumalacárregui que fusilaría en represalia rehenes familiares y, por los campos españoles se cruzaban las, sendas de «Don Jorgito» Borrow vendiendo libros y el general carlista Gómez con su célebre correría militar venía a ser la personificación dantesca de quien recuerda el tiempo feliz desde la miseria. Se refugiaba Alcolea en la evocación del pasado y en levantar un mundo prodigiosamente preciso.
Dos años y medio después, Cerande ha publicado una nueva novela, Don Manuel o la agricultura sobre otro personaje principal, el protagonista don Manuel, tiene como fondo, sobre la misma tierra agrícola, que el autor conoce a la perfección no sólo en su actual situación, sino en sus raíces socio- históricas, el panorama de la restauración canovista. De lejos puede columbrarse aún la base desamortizadora en que se sitúe la novela precedente, pero ahora la realidad agrícola resultante, deficiente y emprobrecedora con el absentismo, era la base del artilugio político Cánovas-Sagasta y su turno pacífico. Don Manuel acampa fuera de él, en el republicanismo y no en el posibilista de Castelar sino en el radicalismo de Ruiz Zorrilla y puede desde él, sentirse fuera del régimen, y llegar por su parte a la misma posición regeneradora de Costa y Macías Picavea a la que el 98 dio base estética y literaria. La agricultura que presencia don Manuel desde su despacho de abogado en sus pleitos, en sus relaciones familiares y desde su sesgo político, tiene dos ejes, el frumentario de la Tierra de Campos palentina y la relativa feracidad extremeña con toda la sociología humana que sobre ellas se asienta y que moteada aquí y allá por la incipiente industrialización de la que don Manuel, lector de revistas técnicas francesas, es un adelantado, soporta la estructura política y económica de España y puebla el Congreso cada legislatura en buena parte.
Construcciones narrativas
En un momento en que la novela tiene tanta pretensión sociológica, hay que alabar como se merecen las construcciones narrativas de Carende que, sin perjuicio de mostrar su auténtica base y llevar a la novela las cogitaciones y erudiciones del autor, lo hacen con precisión y naturalidad literaria excelente. Los personajes salen del paisaje como una emanación lógica, forman cuerpo con él, son indivisibles e indesarraigables del mismo, pero a la vez tienen vida propia y están muy lejos de ser unas abstracciones para vestir o corporeizar sabores y teorías. Literariamente la novela es aún mejor que Sureste porque sus pinceladas descriptivas son más leves, más desasidas, más impresionistas, llevan dentro implícita toda la erudición que representan sobre una época y sus acontecimientos y al mismo tiempo su descripción es tan precisa, tan tendente a la primera oración de activa, tan azoriniana en el primor del detalle, que constituye una obra narrativa de vivo interés y delicadeza constructiva de una época en que sus seres y sus problemas sociológicos constituyen un mismo cuerpo.No sería justo dejar de aludir a la limpieza, la claridad de su lenguaje expresivo ni a una nota resultante no se sabe si voluntariamente pulsada por el autor o brotada espontáneamente de la finura del trazo incisivo con que dibuja una sociedad que aún puede contemplarse en la lejanía familiar del recuerdo; una especie de nostalgia ante el paisaje general humano que describe. Don Manuel y la agricultura rara ave en el menester literario de la narrativa, es una novela en la que no puede darse la disyuntiva de Ortega, porque se unen en ella literatura y precisión. Por eso hace muy bien Carande en no callar. Casi diríamos que tiene el deber de escribir.
Babelia
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