Día mundial antinuclear
El verano «caliente» contra las centrales nucleares, destinadas a la producción de energía, empezó el domingo último en Francia con tres manifestaciones, la más importante, en Nogent-sur-Seine, cerca de París, que agrupó alrededor de 15.000 personas. A lo largo del verano, múltiples citas del mismo género están programadas en diversos lugares de Francia. Los partidos políticos, sin embargo, se mantienen al margen de la contestación.
En Nogent, en Gravelines (norte) y en Paluel (Aube), lugares todos en los que está anunciada la construcción de centrales nucleares, se desarrollaron el domingo pasado manifestaciones pacíficas.El sentimiento de desconfianza u hostilidad que inspira la energía nuclear en Francia da la impresión de aumentar de año en año. Las recientes elecciones municipales del mes de marzo probaron claramente que los ecologistas representaban aproximadamente el 8 % del electorado. Por otra parte, el crescendo de la contestación nuclear no es específicamente francés, ni mucho menos. Los responsables alemanes deben hacer frente a dificultades crecientes para realizar su programa de centrales electronucleares. En Suecia, los proyectos nucleares fueron una de las causas de la caída, en las últimas elecciones, del Gobierno socialdemócrata de Olof Palme; en Gran Bretaña, el Gobierno, ha decidido consultar al pueblo para decidir sobre esta cuestión, y el presidente americano, Jimmy Carter, el pasado febrero, retrasó sine die la construcción de la central de Clinch Aroh.
Las motivaciones de la contestación son múltiples: los ecologistas afirman que las centrales nucleares hacen peligrar gravemente el entorno y la calidad de la vida. La CFDT pone el acento en la amenaza para la seguridad de los trabajadores, y los científicos integrados en el Gsien (Grupos de Científicos para la Información sobre la Energía Nuclear) estiman que compromete la seguridad de los ciudadanos. No faltan quienes prueban que el argumento económico es falaz, porque el precio del uranio, antes o después, subirá.
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