Sindicalismo obrero

En el desarrollo del movimiento sindical obrero español, la historia de la Unión General de Trabajadores es fundamento esencial y, podría decirse, que génesis y causa determinante.El 14 de agosto de 1888 se fundó la Unión General de Trabajadores, en Barcelona, eligiendo a Antonio García Quejido como su primer presidente.

El momento histórico en que nace a la vida es crucial en la trayectoria de la organización. Agoniza el siglo XIX y la situación económica y social del país es de una aguda y caótica inestabilidad. En la mayoría de los pueblos europeos se ha verificado la revolución industrial y se han logrado, con más o menos lentitud, evidentes progresos en las condiciones y retribuciones del trabajo. En nuestro, caso, sin atisbos de progreso industrial, salvo raras excepciones, los trabajadores soportan una realidad miserable y desoladora. El campesinado vive en pleno régimen feudal y caciquil. Son los años bobos, que diría Galdós. En estas circunstancias, un grupo de obreros, en su mayor parte tipográficos, crean unas Federaciones Sindicales, cuyo primordial objetivo es la reivindicación de unos derechos elementales, como hombres y trabajadores. La lucha es constante y extraordinariamente difícil.

Desde su combativa trinchera, Amaro del Rosal, veterano ugetista, nos relata en su obra la historia de esta lucha. Utiliza una documentación de primera mano, detallada y completa. Imprime a sus vivencias emotividad y hasta apasionamiento, lo que no le resta rigor y autenticidad. La actividad de la UGT, en el período comprendido entre 1901 a 1939, es analizada exhaustivamente. En 1902, la organización se opone al proyecto gubernamental de la ley de Huelgas; en la acción revolucionaria de 1917 juega un papel decisivo en la crisis; tiene una ejecutoria importante en las campañas de Marruecos y en la reacción popular ante la pérdida de los últimos girones del imperio colonial, así como en su actuación en la dictadura del general Primo de Rivera.

Impulsa progresivamente la creación de las Casas del Pueblo, núcleos de resistencia en la emancipación obrera. De especial interés son los capítulos que dedica el autor a las relaciones y diferencias con los movimientos sindicalistas obreros de significación anarquista. Los sucesivos Congresos de la Unión quedan reflejados en las actas, que se reproducen en la obra ampliamente. En estos documentos se van perfilando las diversas corrientes ideológicas y la directriz decisiva en el aspecto doctrinal y práctico de Pablo Iglesias, que dota a la organización de un contenido ideológico de marcado acento socialista y democrático. La clara intuición de Pablo Iglesias comprendió que el arma más poderosa del sindicalismo es la solidaridad. El éxito de un sindicato consiste en que todos sus miembros se hallen dispuestos a obrar al unísono con estricta fidelidad. Por tanto, está en la esencia misma de los sindicatos la precisión de que prevalezca la voluntad de la mayoría.

La Unión General de Trabajadores trató en primer término, de defender a sus miembros, asalariados, dentro de una sociedad capitalista, que tenía sumida a la mano de obra en un nivel inferior a la pobreza. Tuvo que operar en un vasto campo de realidades sociológicas. Preocupantes eran, sobre todo, las cuestiones de salario, horarios y condiciones de trabajo Tuvieron que sobrevenir diferencias de opinión en materia de táctica. Podían chocar entre sí, los intereses de diversos oficios o de trabajadores de distintas comarcas, pero no podían existir corriente antagónicas que llegaran a motivar divergencias serias.

El autor, en uso de su legítima libertad, y él mismo subraya que son juicios personales suyos, manifiesta criterios con los que no es posible estar de acuerdo.