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Batalla del "premier' británico por la supervivencia de su Gobierno

Juan Cruz

El primer ministro británico inició ayer la batalla por la supervivencia de su Gobierno. En una reunión con los sindicalistas, de los que depende la renegociación del contrato social, Callaghan habló de la necesidad de mantener ese acuerdo, al menos durante un año más, para reducir la tasa de inflación y para impedir que el desempleo alcance a dos millones de británicos en una fecha inmediata.

Hoy el líder laborista tratará de restaurar la unidad de su grupo parlamentario, que en la actualidad le causa más problemas que la propia oposición.El énfasis que pone Callaghan en su alianza económica con los sindicatos es producto de la lección que acaba de aprender el primer ministro. En las elecciones irlandesas, el partido de la oposición acudió a la consulta popular con un amplio programa basado en la reducción masiva de los impuestos. Su victoria sobre la coalición, que preconizaba una política de tasas y la imposición de un sistema de seguridad social cercano al que se aplica en Gran Bretaña, fue abrumadora. Los laboristas irlandeses eran el segundo componente de la alianza derrotada.

Las mismas armas serían las que, utilice el Partido Conservador en el caso de que ahora el fracaso legislativo del Gobierno provoque sin más dilación unas elecciones generales en el Reino Unido.

Callaghan trata ahora de posponer la convocatoria de elecciones porque cree que el año próximo la balanza comercial estará equilibrada gracias al petróleo del mar del Norte, los límites salariales impuestos ahora no tendrán razón de ser y el Partido Laborista habrá superado las divisiones y las debilidades que le producen sus desacuerdos internos sobre las elecciones europeas y sobre las autonomías regionales.

A nivel político, la tarea más difícil de Callaghan se le presenta mañana, cuando se reúna con el comité ejecutivo de su partido, que discutirá las normas que el Gobierno piensa seguir para cubrir los escaños que a Gran Bretaña le corresponden en el Parlamento Europeo. La asamblea laborista se opuso el año pasado al principio mismo de la necesidad de esas elecciones. Si antes de finales de junio, el Gabinete no ha pasado por encima de ese rechazo, su fracaso puede eliminar el apoyo parlamentario que ahora le prestan los liberales.

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