La venta del Caravaggio
Respecto al artículo relativo a la salida de España de un supuesto Caravaggio, publicado por EL PAIS el 10 de junio de 1977, es obligado hacer las siguientes puntualizaciones, con el fin de que la opinión pública cuente con la recta información que se merece:Que, si la Junta de Calificación de Obras de Arte de la Dirección General del Patrimonio Artístico y Cultural hubiera considerado la obra como efectivamente de Caravaggio, habría propuesto su adquisición por el Estado, mediante el ejercicio de tanteo, o, en su defecto, la inexportabilidad de la misma.
Que los fragmentos que se entrecomillan de A. E. Pérez Sánchez de ningún modo significan lo que EL PAIS da a entender a sus lectores, pues son incontables las pinturas que poseen un neto «carácter caravaggiesco» o tienen una «estrecha relación» con Caravaggio y que, sin embargo, no se pueden asignar a tal autor. Del mismo modo, que, por ejemplo, el «carácter» de la pintura de J. B. Martínez del Mazo se halla en «estrecha relación » con Velázquez, sin que su producción pueda adscribirse al que fue su maestro y suegro.
Que, EL PAIS se apoya en tales textos de A. E. Pérez Sánchez y, en cambio, oculta cuantos razonamientos hace para probar que no se puede tratar de La Crucifixión de San Andrés traída a España en el siglo XVII por el conde de Benavente, virrey de Nápoles. De igual manera que se ignora, o se oculta, cómo dicho autor en ningún momento afirma que el lienzo exportado fuera por él juzgado pieza indudable de Caravaggio.
Que la obra fue exportada no en la cantidad de diez millones, sino en la de veinticinco millones de pesetas.
Que, cumpliendo con la legislación vigente, el propietario del supuesto Caravaggio hubo de someterlo a subasta pública en 30 de marzo de 1974, ante el notario de Madrid don Cecilio Utrilla Alcántara, con el fin de constatar si tenía en el mercado nacional e internacional una valoración superior a los veinticinco millones declarados en su solicitud de exportación.
Que el hecho de que este cuadro haya sido adquirido por el museo de Cleveland no invalida la estimación técnica de la Junta de Calificación de Obras de Arte, ni tampoco la emitida en 1973 por A. E. Pérez Sánchez. De la falibilidad de los museos norteamericanos puede dar fe el hecho de que no ha mucho tiempo uno de ellos vendiese un Murillo de su propiedad, de suerte que la Junta de Calificación de Obras de Arte pudiera proponer y conseguir su adquisición para España.
