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Crítica:CINE / "MI PRIMER PECADO"
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

De la represión y la censura

Ángel S. Harguindey

Quizá lo más notable de esta película sea un dato extracinematográfico: estuvo prohibida por la censura más de un año. El especta dor se quedará perplejo al contem plarla e intentar comprender la razones que aconsejaron a los veladores de nuestra moral utilizar tan radical decisión y mantenerla durante tanto tiempo.Mi primer pecado se integra en esa ya amplia fílmografía de Summers, en la que la adolescencia ocupa el centro y eje de reflexión Su trama argumental no es ni más ni menos, que las tribulaciones de un púber que vive su primer gran amor (utilizamos el concepto de amor en el que la carne juega cuando menos, un papel tan importante como el espíritu) con las consiguientes ilusiones y desesperanzas. La historia -todo hay que decirlo- bordea con frecuencia el melodrama rosa del que se escapa, con mayor o menor fortuna, gracias a los gags y detalles constumbristas de unos adolescentes absolutamente obsesionados con el sexo y que tan bien parece conocer el autor.

Mi primer pecado

Director: Manuel Summers. Comedia española producida por Incine. Color. Con la intervención de Francisco M. Summers, Beatriz Galbó y Mary Paz Pondal. Locales de estreno: Rialto y Fantasio.

Tema, pues, ya clásico en nuestros pagos y que ha sido recogido, entre otros, por el actual candidato a senador por Madrid, en tas huestes de Alianza Popular, Torcuato Luca de Tena (Edad prohibida, es el título de la novela) y la amplia obra de José Luis Martín Vigil.

Parece evidente el cotejar que en una sociedad tan pecata y represiva como la nuestra, las obsesiones sexuales o, para utilizar una terminología más precisa y feminista, falocráticas, surgen por doquier. El problema o uno de ellos, no radica en prohibir las obras que las muestra, analizan o denuncian, sino en intentar paliar tamaña represión. Summers se limita a contar una historia que a nuestro juicio no destaca por su interés u originalidad, pero en cualquier caso es suya y de ella se responsabiliza. No propone soluciones ni siquiera denuncia lacras sociales: intenta divertir al personal contándole una serie de anécdotas que en mayor o menor medida hemos vivido y padecido todos por obra y gracia de múltiples factores, entre los que habrá que incluir, con todo merecimiento, la ímproba labor de nuestros censores.

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