_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Andrés Segovia, en la Academia

Con Andrés Segovia acceden a la Academia de San Fernando tres cuartos de siglo de guitarra española. No 75 años cualesquiera sino justamente los más significativos en la historia del instrumento: los que se resumen en el nombre, la realidad histórica y la presente del nuevo académico. Porque Segovia con sus 84 años no a cuestas sino en volandas, permence joven en las más importantes coordenadas de su persona y de su ser artístico.Pleno de vitalidad, cargado de ilusiones, soñador un día del concierto que dará el siguiente, dedicado otro a trazar un nuevo capítulo de sus ya iniciadas memorias, español de todos los mundos, universal en su rincón de Andalucía, Segovia habita y simboliza parte del rostro musical de España. La voz de su guitarra, tan confidencial como su voz humana, llegó y llega a todos los rincones con un poder de persuasión fuera de serie.

Andrés Segovia hace suya la herencia de cuantos lo antecedieron, desde los vihuelistas del Renacimiento hasta Francisco Tárrega. De ahí la consistencia de un mensaje tan personal que vale como punto de partida para quienes le sucedieron y, desde hace tiempo, son sus coetáneos en los más alejados rincones de la geografía. Con todo, el legado de Segovia no valdría lo que vale si sólo hubiera hecho nacer guitarristas, por muchos e ilustres que fueran y son. Lo trascendental de ese legado, interesa, por derecho propio en la fenomenología de la cultura, pues se refiere a una nueva, distinta y más exigente consideración del instrumento -a una nobilización de la guitarra- y, al mismo tiempo, a una extensión multitudinaria de dimensiones insospechadas. La guitarra es hoy, quizá, el vehículo musical de mayor aceptación entre todos. Esto ha sido posible a partir de Andrés Segovia, gracias a su labor antidemagógica y supercrítica consistente en algo más que dividir en dos la existencia de la guitarra, una popular y otra culta. Suele no ser cierta en música, y en tantos otros campos de la cultura, semejante dicotomía. Lo importante no es separar sino asumir. La guitarra de Segovia fue, desde el primer momento, capaz de asumir con responsabilidad y poder de proyección no la veta folklorística o folklorizante de la guitarra sino su entera raíz tradicional. Bien sabemos que tradición no es sólo saber popular sino en igual medida saber culto, minoritario primero, mayoritario, después y, al fin, representatividad y definición a través de rasgos característicos, de constantes. En menos palabras: Segovia con la guitarra llevó a cabo un proceso análogo al preconizado por Pedrell y vivificado por Falla en la composición.

Es el caso que la guitarra, a pesar de algunos nombres que por ella habían combatido, se la encuentra Segovia muy aseñoritada y muy metida en juerga. Sacarla de esos contextos, purificarla con aire limpio de pueblo sin deformación, imponerla en las salas y en las orquestas de concierto fue la gran aventura de este don Quijote de Jaén y Granada.

La música de Falla, el violoncello de Casals, la guitarra de Segovia. Estamos ante capítulos completos y, de alguna manera, conectados de la cultura española del siglo XX. Nadie mejor que el propio Segovia lo sabe y en su discurso de recepción académica podrá exponerlo. O de lo que exponga, como de lo que cuenta en sus memorias, sabremos sacar todos en limpio la lección de una vida y las razones de una biografía musical creativa en grados desusados de fecundidad.

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
Recíbelo

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_