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Moderación de la OTAN ante los derechos humanos en el Este

La incidencia de la crisis económica en la política de defensa, la moderación y prudencia en el capítulo del respeto de los derechos humanos, a tratar durante la próxima Conferencia sobre Seguridad y Cooperación Europea (CSCE) de Belgrado, y las promesas del presidente Carter de establecer «dos vías» para el suministro de equipo militar a la OTAN, son los tres aspectos capitales de la cumbre de los quince países miembros de la Alianza Atlántica, concluida ayer en Londres.Un comunicado con trece puntos resume las dos jornadas atlánticas, ampliadas a un gran número de contactos bilaterales entre los jefes de Estado o de Gobierno. Las entrevistas de Jimmy Carter con el presidente portugués, Eanes, sobre la situación en Portugal, y con el primer ministro griego, Caramanlis, y el primer ministro turco, Demirel, a propósito de Chipre, fueron las más destacadas.

Casi como una prolongación de la cumbre económica de los siete, celebrada el pasado fin de semana, el problema de la crisis económica estuvo presente en el ambiente de la reunión atlántica. Los peligros de la inflación, el desempleo y los déficit de balanzas de pagos en muchos de los países miembros, obligan a cierta moderación en los gastos de defensa.

De ahí que, en el comunicado final, se recoja -por vez primera- el interés de la OTAN en la creación de «un sistema económico mundial más justo para todos los países, sean desarrollados o en vías de desarrollo». Sin pretensiones directas en las negociaciones económicas y comerciales entre países «ricos» y países «pobres», la OTAN reconoce que sería una miopía centrar sólo los esfuerzos de la distensión en los países del Este y del Oeste.

El comunicado final, así como la conferencia de prensa de Joseph Luns, secretario general de la OTAN, dieron, como siempre, mucha importancia a las relaciones con el Este. Después de recordar la necesidad de continuar las negociaciones militares para un desarme mutuo y equilibrado en Europa central (MBRF), y la no proliferación de armas nucleares (SALT II), el comunicado sitúa su atención en los preparativos de la CSCE, que se iniciarán el 15 de junio en Belgrado.

Aunque en la declaración de la cumbre atlántica se subraya que sus miembros «defienden los principios democráticos y el respeto de los derechos del hombre», hay más cautela cuando se trata de dicho capítulo en relación con la CSCE.

Una polémica, más o menos abierta, entre Carter y algunos países europeos (Alemania Federal y Francia, en particular), en torno a la cuestión de los derechos humanos de cara a Belgrado, fue prácticamente moderada por el primer ministro canadiense.

No obstante, en las conclusiones de la cumbre se apoya también la necesidad de los derechos y libertades fundamentales del hombre, conforme a los principios aceptados por los Gobiernos en la Carta de las Naciones Unidas y en el acta final de Helsinki.

Se trata, sin duda, de una moderada advertencia a Moscú, pero sin apretar demasiado los tomillos, tal como desean varios países europeos. Belgrado no debería convertirse en un punto de confrontación, aunque todo puede ocurrir a lo largo de los meses que durarán los trabajos.

Sobre las «dos vías» en el comercio de material bélico, expuestas por Carter, los europeos sólo pueden mostrar satisfacción. Si se cumple lo prometido, la «balanza comercial del terror», hoy por hoy favorable a USA frente a Europa, podría orientarse hacia un cierto equilibrio.

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