_
_
_
_
Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Los aspectos económicos

SE SUELE decir que la necesidad obra milagros. Nada más cierto en el caso del discurso del presidente ante la Cámara de Comercio Hispano-Americana de Nueva York. Suárez, que en diez meses ha demostrado un extraño desinterés por los temas económicos, precisamente en una de las épocas más angustiosas para la economía del país, analiza en él nuestra balanza de pagos, aventura cifras sobre el déficit exterior por cuenta corriente y demuestra conocer la existencia de una notable infrautilización de los factores productivos. Si este discurso fuera el primer indicio de que el presidente va a prestar a los temas económicos la misma atención que ha concedido a los políticos, habría que decir que estamos de enhorabuena. Pero aun cuando no fuese así, el discurso de Nueva York merece una glosa en razón de la Importancia de los puntos abordados por el presidente.Destaca en primer lugar la referencia al fuerte déficit en el comercio hispano-americano. En el bienio 1975-1976 ha sido del orden de los mil millones de dólares anuales, una cuarta parte del déficit global por cuenta corriente. Se trata, en consecuencia, de un desequilibrio fundamental que, lógicamente, debe preocupar al jefe del Gobierno. Ahora bien, dicha cifra es el resultado de factores diversos, algunos de los cuales tienen una solución más fácil que otros. Piénsese, a título de ejemplo, el disparate que supone importar sesenta millones de dólares anuales de tabaco, o el hecho de que nuestras vacas sean las mejor alimentadas del mundo gracias a una costosa dieta que incluye la soja comprada a Estados Unidos.

Por otro lado, cuando el presidente Suárez se dirige a los hombres de negocios americanos recordándoles que siendo España buen cliente «merece un trato especial», ejerce un derecho legítimo de defensa de nuestros exportadores. Ahora bien, además de las declaraciones generales, sería conveniente que la Administración montase una defensa eficaz de los intereses españoles más allá de nuestras fronteras. Los casos citados por Suárez -aceitunas, vitamina K, cinz en bruto- son resultados de la invocación, por los grupos americanos afectados, de una ley de Comercio que penaliza las subvenciones -en este caso, nuestras desgravaciones- a la exportación. La ley es de carácter general y se ha aplicado también a otras naciones europeas. La diferencia reside en que esos países han sabido defenderse con eficacia, y las penalizaciones se han levantado. España tiene argumentos serios en algunos productos, y es seguro que de probar sus razones los derechos compensatorios americanos desaparecerían.

Queda, por último, el tema de las inversiones americanas en España. El futuro de dichas inversiones es, por el momento, preocupante. En 1976 se ha producido una desinvérsión de cartera, han desaparecido prácticamente las inversiones americanas en inmuebles, y para el año en curso la inversión directa puede ser prácticamente nula. Todo ello refleja un clima de desconfianza y de wait and see ante el proceso de transición política.

A poco más de un mes de las elecciones y, si como es de desear, ese proceso se corona con éxito, los hombres de negocios americanos deben estar reconsiderando esa postura, y es muy probable que vuelvan a mostrar un interés preferente por este país. Entretanto, no sería tiempo perdido el empleado en simplificar toda la compleja maraña administrativa que, para beneficio particular de consultoras y bufetes de especialistas, y desesperación general del inversor extranjero, rodea hoy en día la tramitación de una inversión exterior en España.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_