_
_
_
_
Tribuna:Ligera
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Subdesarrollo musical: ¿fatalidad o desidia?

Somos un país reconocidamente subdesarrollado. Y lo que es peor, parece existir una confabulación, que cual Hidra de múltiples cabezas, no permitiera al españolito medio salir de la hortericie musical en que se encuentra inmerso.Las casas discográficas, como por ensalmo, parecen haber descubierto la alta rentabilidad de la protesta y toda empresa que se precie dispone de algún cantautor en su cuadra musical. No es que el susodicho cantautor de turno deba poseer algún tipo de calidad musical, no. Si ello ocurre, será saludado como una benéfica casualidad, nunca perseguida. Teniendo por delante el indiscutible éxito de un Raimon, lo que se busca es credibilidad, para, rápidamente, lanzarse a la construcción de mitos.

No importa que unas canciones sean iguales a otras, que las melodías se repitan, que los mejor dotados musicalmente sean muchas veces los menos conocidos. Las casas, con una comprensión bastante escasa de su propio negocio, calculan audazmente que lo que hoy se vende se venderá mañana y, lo que es peor, por las mismas razones. Si un cantante popular confía únicamente en su capacidad artística, malo. Aconsejaría a todos cuantos se encuentran en este caso, la confección apresurada de su propio martirologio; tal vez así convenzan a los cazatalentos de la industria discográfica de su valía y alta comercialidad.

Los Rockers

Por otra parte, alguien decidió hace tiempo que los grupos de rock españoles nunca podrían resultar rentables (a estas alturas resulta obvio que la industria no suele preocuparse en exceso por inquietudes más o menos estéticas y culturales). Si los grupos ingleses y americanos (incluso alguno alemán) venden lo suyo y lo ajeno en nuestro país, la razón no puede ser otra que una especial predisposición o estigma que empuja a los anglosajones hacia el éxito mercantil.Sin afán de molestar, y en plan de pura nostalgia, me agradaría, sin embargo, recordar que tres grupos españoles (por lo menos) vendieron en su momento y haciendo rock, más de lo que actualmente lo hacen muchos aspirantes a ídolos de la juventud quinceañera (como si dicha juventud no tuviera más misión ni capacidad qué el babear alrededor de un chico guapo). Estoy.. hablando ¡cómo no!, de los Canarios, los Pop Tops y los Bravos. Todos ellos, grupos producidos por la misma persona: Alain Milhaud, tal vez el único personaje de la industria española que ha sabido hacer algo más que procurar copiar miméticamente aquellos tipos de música que en un momento dado tienen éxito, más por casualidad que por cualquier otra razón oculta (Las Grecas, Desmadre 75, Los Chorbos, Manolo, Da Rosa, etcétera).

Un poco más cerca, nos pillan los ejemplos de Iceberg (producidos por el mismo Milhaud, ¡mire usted que curioso!) y de Sisa, Orchestra Mirasol o Companyia Eléctrica, bajo el sello catalán y medio underground, Zeleste. Aquí, en Madrid, también se intenta hacer algo por parte de Gong (subdivisión «progre» de Movieplay), aunque sus esfuerzos chocan con la inercia de muchos años consumiendo extranjero.

Como se comprenderá, dos compañías no dan abasto para crear un movimiento de opinión, (mejor dicho para capitalizarlo, en su doble acepción de meter y sacar dinero). Así no vamos a ningún lado y el rock celtibérico continuará sufriendo de una in tensa inanición mientras nuestras divisas vuelan jubilosas hacia brumas norteñas.

Alguien dirá que un disco cuesta en España tanto como en cualquier otro país, pero qué las expectativas de beneficio son mucho menores. Aparte de que dicho argumento se cae por su base desde el momento y hora en que, se producen constantemente engendros que no venden nada a pesar de su pretendida comercialidad, (léase mal gusto, sin más), se me ocurren múltiples factores que explican la miseria de la música progresiva en España. El primero de ellos es la inexistencia en nuestro Estado de verdaderos managers, que creen unos circuitos de actuaciones donde puedan promocionarse grupos o cantantes. Este papel podrían cubrirlo provisonialmente las mismas compañías discográficas.

Tirando por bajo, un LP produce a la compañía unas 45-70 pesetas de beneficio. Sabiendo que una producción de este tipo ronda las 500.000, concluiremos que hacen falta de 7.000 a 11.000 copias vendidas para que la operación resulte positiva. Si las compañías de turno se propusieran fomentar un ambiente propicio a la creación realizada por y para las gentes de nuestro Estado, las cifras de las que antes hablaba no son ni mucho menos imposibles de alcanzar. Santana o Lluis Llach, por un lado, y Gaby, Fofó y Miliki (en vida de Fofó), por otro, han vendido más de 100.000 LP's. Miguel Ríos hizo lo propio, sólo que en Estados Unidos. Pero, desde luego, ello exige una cierta imaginación. Como dice un refrán de mus: jugador de chica, perdedor seguro. Y así nos va.

Toda la cultura que va contigo te espera aquí.
Suscríbete

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_