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FESTIVAL DE CINE DE VALLADOLID

"Espoir", de Malraux

Como una aportación insólita a esta Semana, llega el famoso Espoir, de André MaIraux, con su carga emocionada. Más allá de la anécdota, del cine de ficción, el gran escritor francés, recientemente desaparecido, nos ofrece aquí una evocación, una recreación de un momento de España, el de la guerra civil, realizado al mismo tiempo que sucedia,

Partiendo de un episodio del libro que da título y tema a la película, aún no terminada en el tiempo de la caída de Barcelona, el de los aviadores que cumplen una misión en el lado republicano, el escritor, esta vez también realizador, lo ha ampliado con otros momentos conocidos, vividos por él en los pueblos vecinos al frente, hasta culminar con el rescate de los heridos en la sierra, donde rostros, palabras, paisaje y ambiente forman un fondo, un coro improvisado y vivo, emocionado y real, de compromiso en favor de los que luchan por la libertad en todas las guerras.Los episodios anteriores, rodados en parte en los estudios de Barcelona, con medios escasos y en los mismos campos de aterrizaje, aprovechando las pausas de los bombardeos, no desmerecen ni los tipos y diálogos debido a Max Aub, totalmente vigente salvo en lo que a los aviadores se refiere y sus razones para tomar parte en la lucha.

El verdadero protagonista del filme, sin embargo, es el pueblo español en una de las claves de su historia y con él un puñado de actores muy jóvenes entonces, algunos de los cuales aún dejan ver su nombre por las pantallas de hoy.

Maestros, comisarios, niños, militares, mujeres que preguntan, hombres que cargan con los muertos extranjeros «porque es la única manera de poder darles las gracias», el campesino que vuela por primera vez y no consigue reconocer su pueblo desde las nubes, forman un personaje total y emocionado, dando vida a un relato inolvidable que no en balde, y a una hora poco habitual, ante un público no especializado, ha arrancado los más sinceros aplausos escuchados hasta ahora en este certamen.

Lina Braake aporta escasos valores cinematográficos. Es más bien una comedia comercial, simpática. Nos habla de los viejos, de la tercera edad, cosa insólita hoy cuando sólo los jóvenes cuentan, habla a favor de los trabajadores extranjeros en Alernania y en contra de los bancos, que tampoco gozan de gran simpatía por aquellas latitudes.

La protagonista, expulsada de casa por uno, de ellos y recluida en una residencia de ancianos, decide tomarse revancha. En colaboración con un compañero especialista en fraudes, consigue engañar a su vez a una entidad bancaria para, con el dinero, conseguir una vivienda vitalicia en Cerdeña.

Lo mejor de la historia que no cae en el sentimentalismo, son las anotaciones del mundo de los viejos, con sus egoísmos y rencores infantiles vistos a veces con ironía y en ocasiones con dureza, así coino el contraste entre el mundo de la burguesía alemana, el de los italianos dentro y fuera de su patria.

Entre unos y otros la simpatía del realizador como la de la protagonista, apunta hacia los últimos. Ella y su escéptico compañero de fraude, modesto libertino a pesar de su edad, son dos buenos tipos en un mundo cerrado y sórdido.

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