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Crítica:CINE
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

El asesinato como juego

Esta película está inspirada en un relato de Robert Schekley, La séptima víctima. Entre los autores norteamericanos de ciencia ficción aparecidos a comienzos de los sesenta, es fundamental su aportación por su inimitable estilo y -una obsesiva temática sobre el significado del asesinato en una sociedad supertecnificada, como válvula de escape de la agresividad latente del hombre urbano. Dentro de la literatura de su país -y, por extensión, ampliada al mundo entero-, la obra de este escritor supone la apertura de un género indeciso, a medias entre la adoración maquinista y la peripecia aventurera, hacia zonas más hondas y aterradoras, con unas preocupaciones éticas que en las décadas anteriores hubiera sido impensable.El tiempo, una vez más, ha puesto al descubierto los fallos y las debilidades de una película que, en su época, 1965, tuvo cierto arraigo entre los aficionados al género, pero que ahora se presenta en su verdadera y triste realidad: un intento vacío, miope y superficial de llevar al cine este texto literario de gran originalidad e interés. El problema es ya viejo y el caso que nos ocupa sólo Indica un enésimo ejemplo de adaptación errónea sin las mínimas garantías exigibles. Ello Petri, director irregular, más inclinado al sermón político Sociológico que al cine a secas, comprendido entre su militancia política -absolutamente legítima, por supuesto- y sus aspiraciones físicas, constituye uno de esos falsos prestigios que, incluso, logra Oscar y todos los premios imaginables, pero son incapaces de hacer películas sin más, con humildad y ausencia de pretensiones.

La décima víctima, escrita y dirigida por Elio Petri, producida por Joseph E

Leviney Carlo Ponti. Intérpretes: Marcello Mastroianni y Ursula Andress. Estreno en Alcalá Palace.

El mundo de Schekley transforma en esta Décima víctima en unos cuantos pretextos dramáticos, algunos eficaces, casi estúpidos, difíciles de apreciar entre el decorado falsamente futurista y un mal gusto plástico alucinante, plagado de citas que pretenden ser irónicas y no pasan de patéticas. La ironía estóica y todo compasiva de ese buen profesional que es Marcello Mastroiani constituye el único rasgo válido de esta cinta, donde Ursula Andress en un buen momento físico - noche suiza no sólo produce maquillaje para usos cinematográficos- demuestra su total nulidad para el noble oficio de actriz peor, con todo, es el guión, reiterativa muestra de cómo se puede estropear irremediablemente una buena idea narrativa rodeándola de intenciones ajenas y exóticas. Mezclar una vaga sátira proi chista sobre los males y situacionesdel hombre itálico con la parádoja moral del escritor americano vela una incomprensión brutal del texto originario e ilumina, respectivamente, la inconsecución definitiva del cine posterior de director donde obreros, gángsters, comisarios tienen la misma misma insípida y oportunista.

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