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Entrevista:

"Estoy en contra de la censura política o comercial"

Entrevista con René Clair

Ángel S. Harguindey

René Clair: 79 años. Realizador cinematográfico. Escritor y ensayista. Miembro de la Academia Francesa desde el 17 de junio de 1960. Pieza clave de la historia del cine francés y, a nuestro juicio, uno de los pilares del cine de «qualité», tendencia específica y autónoma en la que el cuidado de la puesta en escena y la perfección técnica, en su, doble vertiente de sistema de rodaje y estructura de guión, condicionan el resultado final.

«El hecho de que fuese elegido miembro de la Academia Francesa -declaró a EL PAIS el realizador- supongo que se enmarca en la costumbre de incluir a autores de teatro, de novelas, científicos, etcétera, con el matiz de que al seleccionar a un cineasta se habrá querido contar con una nueva forma de expresión, demostrando la Academia al mismo tiempo que está abierta a todos los medios de expresión que surgen. En definitiva con ello de muestra que no es una institución vieja que se ocupa, exclusivamente del pasado. »En su primera respuesta Clair, de paso por Madrid para pronunciar una conferencia hoy, en la sede del Instituto Francés, a las 19.30 horas, sobre El arte y el progreso, comienza a manifestar la existencia de dos mundos, si no radicalmente diferentes, sí distintos. En 1960 accede la Academia un cineasta del mundo francés cuando en España sólo últimamente, salvo honrosísimas excepciones, los intelectuales comienzan a manifestar un cierto interés por el nuevo medio de comunicación, arte, industria y medio de expresión que es el cine.

«Creo que todo es parecido. Lo que usted denomina cine de «qualité» y los movimientos posteriores, tipo «nouvelle vague», en el fondo es similar. Hay películas de calidad y películas que no la tienen, independientemente de la época en que fueron realizadas. Los filmes siempre se han hecho de la misma manera. Sobre lo que usted insinúa de que la «nouvelle vague» pudo haber propuesto una alternativa ante el cine que se realizaba le debo contestar que no existe una teoría de dicho movimiento. Lo que sí hay son realizaciones jóvenes que surgen con mayor o menor pujanza, y en ese sentido debo confesar mi alegría de que así se produzca.»

Clair, que a juicio de algunos expertos concluyó su etapa más brillante en 1932, es decir, tras realizar el cortometraje Entreacto, considerada como una de las obras más importantes del surrealismo cinematográfico y los largometrajes Un sombrero de paja en Italia, Bajo los techos de París, El millón y ¡Viva la libertad!, además de su 14 de julio. Posteriormente Clair realiza en Gran Bretaña dos peliculas; El fantasma va al Oeste y Grandes noticias. En 1940 se traslada a Estados Unidos, en donde realiza, entre otras, La llama de Nueva Orleans. Su regreso a Francia supone en su filmografía títulos como El silencio es oro, Maniobras y del amor y Fiestas galantes, realizada en 1965 y con la que concluye su extensa obra. Desde entonces se dedica a escribir novelas y ensayos fundamentalmente.

«Lo cierto es que no me gusta ninguna de mis películas -añade el director- También es cierto que debo advertir que mi punto de vista no es el mismo que el de un espectador. En definitiva he de reconocer que me gustan algunas partes de algunas de mis obras, y nada más. Por lo que atañe al resto de los directores o películas, prefiero no contestar porque si bien es verdad que continúo asistiendo al cine, no tengo mentalidad de crítico ni veo todo lo que se produce en la actualidad.»

«Por lo que atañe al futuro del cine, he de aclarar en primer lugar que, no me considero un profeta Supongo que el futuro dependerá de la gente y, sobre todo, de los jóvenes, tanto los jóvenes espectadores como de los jóvenes realizadores. Hay que pensar que el cine y su evolución depende de una serie de factores sociales, económicos y políticos, por tanto, predecir su futuro es bastante osado. Lo que sí espero y deseo es que el cine sea siempre un medio de expresión libre y popular.»

Clair introduce en la conversación dos conceptos ambiguos que se encargará de delimitar. En cualquier caso, los dos mundos inicialmente señalados resurgen.

«Para mí lo popular significa que el cine debe y puede ser comprendido por la mayoría de las personas. Por ejemplo, las películas de Chaplin o de Eisenstein. En lo que se refiere a «libre», quiero señalar que estoy en contra de todo tipo de censura política o comercial. Es decir, no me gustaría que el cine llegase a ser demasiado intelectual porque lo considero el gran arte popular de nuestro tiempo. »

La concreción de -los mencionados dos mundos la ofrece el pro pio realizador: El gran dictador, de Chaplin, se permitió en España en 1976. El acorazado Potenkim u Octubre, de Eisenstein, continúan absurdamente prohibidos cincuenta años después de su realización.

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