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Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Aurelia Muñoz

Aurelia Muñoz ha asumido la difícil tarea de, respetando la genuina condición de los materiales y la ley del oficio, elevar a consistencia escultórica la natural flexibilidad del tapiz. El cromatismo, incluso, de cada una de las texturas (un austero ocre de piedra y un rojizo apagado de fragua o fundición) nos induce a contemplar sus obras a modo de esculturas móviles, áraves, suspendidas en ordenada modulación espacial. .Cual acontece con las velas, mástiles, vergas y cabos de un bajel dado a los vientos, no de otro modo los tapices de Aurelia Muñoz giran y cuelgan, se trasladan y sopesan (merced al pondus de los telares romanos, al canto rodado pacientemente hallado en la ribera marina y sabiamente suspendido de cada fleco) orientando la mirada e indicando las incontables direcciones del espacio a la redonda.

Aurelia Muñoz

Galería Kreisler Dos. Hermosilla, 8

Paso a paso, todo un proceso artesanal va convirtiéndose en expresión propiamente artística, y de signo, según dije, más escultórico que pictórico. En la tapicería tradicional era el artista quien pintaba los cartones que el artesano había de traducir luego con todo pormenor. También Aurelia Muñoz sevale de cartones, pero absolutamente exentos de color. Es la propia Aurelia Muñoz la que los recorta - a modo de planos escultóricos, cuerpo primario de las curvaturas e interdistancias que ha de encamar el tapiz definitivo.Otro tanto cabe decir del proceso elaborador. La hebra en bruto del yute, del sisal, del algodón, del lino... (y del nylon, si el tapiz ha de ser destinado al exterior) pasan, por obra y gracia de los oficios a convertirse en madejas que el telar convertirá en formas, y formas de escultura. De acuerdo con las exigencias de la obra, la materia mantendrá su color de origen, ocre de piedra, o se verá teñido, a manos de su autora, con el fulgor, entre rojizo y sordo, del hierro o el bronce recien salidos de la fundición.

El destino del tapiz tradicional queda, así, radicalmente subvertido. En vez de desplegarse a lo largo del muro, los tejidos de Aurelia Muñoz se tensan y destensan, templan y aflojan, suben y bajan, se distienden y contraen (dicho con palabras de Heidegger) en la libre anchura. Todo queda a merced de un calculado*juego de pesas (el pondus, el plomo, el canto rodado, el ladrillo lavado por la marea ... ) y de medidas (cordeles y carriles a gusto del -usuario ... ), para auge de la movilidad.

Paños flexibles que, a favor del tira y afloja, pasan de la curvatura al plan- y de éste a otra curvatura y a otro plano ... y a otra y otra de las infinitas direccdones y orientaciones de ese fenómeno original (dicho ahora con palabras de Goethe) que el espacio contiene y explica, siempre igual a sí mismo y siempre cambiante. El ejemplo, en fin, de la escultura, llevado a la realidad del medio por obra y gracia de una tapicera singular, tal vez única, capaz de convertir en expresión artística viejos y nobles oficios artesanales.

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