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Londres no apoyará la participación de la CEE en la "cumbre" económica occidental

Juan Cruz

El Gobierno de James Callaghan no va a presionar para que Roy Jenkins, el británico presidente de la comisión ejecutiva de la Comunidad Económica Europea (CEE), partícipe de la cumbre que los jefes de Estado de siete países industrializados de Occidente van a celebrar en Londres a principios de mayo.

Según se desprende de lo que ayer nos dijo un portavoz del Foreign Office, Gran Bretaña va a plegarse a la política que adopten los demás países miembros de la CEE respecto de ese tema. Si uno sólo de los componentes de la Comunidad considera que Europa está bien representada teniendo a cuatro de sus componentes en la mesa de negociaciones de la cumbre, entonces no habría que insistir en la necesidad de la presencia de Roy Jenkins, ni siquiera como observador.Los integrantes más pobres de la CEE, como Irlanda, podrían tratar de forzar al resto de sus aliados para que consideren la conveniencia de que el Mercado Común tenga su propia voz en las conversaciones, en las que, junto con Gran Bretaña, Francia, Alemania Federal e Italia, participarán USA, Canadá y Japón. En el área de las naciones, menores de la CEE se piensa que los países que ya han sido invitados a la cumbre podrían olvidarse de sus compromisos con los aliados más débiles.

En Londres se cree, sin embargo, que Gran Bretaña está en estos momentos en condiciones de representar a los restantes países de 'Europa que no acudan a dialogar con Carter, porque el Reino Unido es ahora presidente de los Consejos de Ministros de la Comunidad, un puesto que mantendrá hasta junio, después de que se celebre la cumbre de Downing Street.

De hecho, los británicos se consideran representando a Europa en el viaje que ahora protagoniza Callaghan por Estados Unidos y Canadá. Los asuntos propios de Gran Bretaña que Callaghan discuta hoy con Carter en Washington tendrán también repercusión internacional, como ocurre en el caso de Rodesia. Gran Bretaña quiere coordinar con Estados Unidos una estrategia para resolver la cuestión constitucional de Rodesia sin que haya más derramamiento de sangre, y sin que las dos Administraciones, arriesguen otra ¡niciativa que no tenga garantías de éxito.

El «Concorde»

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Callaghan lleva además en su agenda sus reivindicaciones sobre el Concorde, un asunto en el que juegan también intereses estatales franceses. Aparte, las conversaciones que Callaghan y Carter mantendrán durante estas veinticuatro horas girarán en tomo de la situación económica mundial, un asunto que no tiene por qué levantar recelos en Europa, sino todo lo contrario, según se piensa en el Reino Unido.

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