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El programa laboral del Gobierno

El Gobierno Suárez tiene previsto seguir en el Poder después de las próximas elecciones generales. No cabe pensar otra cosa tras haber leído y estudiado las medidas de política laboral incluidas en el programa de actuación económica recientemente aprobado. El cumplimiento de lo prometido por el Gobierno, requiere utilizar la técnica de! decreto-ley o seguir en el Poder después de junio.Como declaración de intenciones, la primera de las medidas laborales, establecer la libertad sindical, está bien, pero conviene recordar que eso ya lo había prometido el Gobierno Suárez en su declaración programática de julio de 1976.

Poniendo los pies en el suelo hay que preguntarle al Gobierno, qué pasa con el proyecto de ley de Asociación Sindical, que lleva un mes esperando que se reúna el pleno de las Cortes para ser aprobado. Si lo que el Gobierno quiere decir ahora, al incluir la libertad sindical en su programa de acciones inmediatas, es que se van a convocar las Cortes a corto plazo para que aprueben esa ley, parece fuera de duda que podía haberlo hecho por una simple nota del gabinete de prensa de las Cortes.

En todo caso, la aprobación de la ley de Asociación Sindical, es requisito inexcusable para que sepamos si los sindicatos democráticos van o no a usarla como un escalón más en su lucha por la libertad sindical. Convóquense las Cortes de una vez y luego ya veremos que opinan las centrales sindicales.

El Gobierno Suárez, dando por supuesto que ya se ha establecido su libertad sindical, que como acaba de señalar el propio ministro de Relaciones Sindicales a los miembros de la permanente del Consejo Nacional de Trabajadores, no es considerado por la OIT como suficiente para el ejercicio de las libertades sindicales, ha incluido en su programa laboral otros cuatro puntos, dos relativos a la negociación colectiva, y dos a los conflictos y a las huelgas, que, política e instrumentalmente, no son de posible ni de viable realización en tanto no haya libertad sindical, y en consecuencia, sindicatos libremente constituidos.

Los convenios colectivos

El Gobierno pretende establecer modificaciones en las normas sobre convenios colectivos, a la vez que limitar sus facultades reguladoras de las relaciones laborales sectoriales concretadas, desde 1939, en las mil y una reglamentaciones de Trabajo y Ordenanzas publicadas en el Boletín Oficial. Pero, señores del Gobierno ¿quién va, a negociar los convenios?, o dicho de otra forma, ¿creen ustedes posible modificar las normas sobre convenios sin que haya libertad sindical, sin que haya sindiicatos que puedan sentarse a negociar?

Por supuesto que el Gobierno puede modificar la ley de convenios, y cuantas otras quiera, por decreto-ley, pero conviene recordar que la ley de convenios no es la ley de caza, pues los convenios son cosa de cada dia, aunque con frecuencia los gobiernos establezcan vedas laborales. Mucho me temo que el Gobierno piensa acudir al decreto-ley porque quiere hacerlo pronto, porque no acepta dejar para quienes le sucedan la solución de estos problemas laborales. Y por precilitarse lo va a hacer mal, pues, seamos serios, la ley de Convenios colectivos, no admite modicaciones,con ella sólo cabe hacer una cosa, derogarla y sustituirla por otra auténticamente democrática. Lo demás son paños calientes.

Lo que el Gobierno no anuncia y se lo hubéramos agradecidos muchos españoles, es la derogación inmediata por supuesto, de la actual congelación salarial, la establecida por decreto-ley el pasado mes de octubre.

Las huelgas

Otras dos medidas del paquete laboral pretender reformar la normativa vigente en materia de huelga, atemperándola a los sistemas de los países de Europa Occidental. Como afirmación, para recordarnos que tal promesa ya estaba hecha desde julio del pasado año (declaración programática del Gobierno Suárez) no está mal. Pero ojo, que el ministro de Relaciones Sindicales acaba de decir a la permanente del Consejo Nacional de Trabajadores que la regulación de la huelga se hará por decreto-ley por razones de urgencia.

Puestas así las cosas, cabe preguntarle al Gobierno ¿qué es más urgente, la libertad sindical, o un decreto-ley sobre huelga, que no sirva para nada como el actual mente vigente de mayo de 1975? ¿No será que se pretende construir primero el tejado (la huelga) sin tener antes construidos los cimientos y los muros (la libertad sindical)?

Si lo que de verdad quiere hacer el Gobierno es ponerse en sintonía con Europa Occidental, su primera tarea es ejercitar la humildad, y convencerse de que es un Gobierno gestor, un Gobierno de transición, un Gobierno con los días contados, y por tanto autolimitarse, dejarse de planes que no puede cumplir, salvo que se empeñe en imponer sus criterios, pero, ni aún así, sus trabajos tendrán mayor valor, porque no parece que ni el Gobierno ni las Cortes, que salgan de las próximas elecciones vayan a permanecer insensibles a las demandas de libertad sindical de ocho millones de españoles.

A cambio de sus promesas de huelga y de libertad sindical, que teóricamente ofrece el Gobierno a los trabajadores, los empresarios reciben la promesa de una liberalización de los despidos colectivos por razones económicas. Lo curioso es que la flexibilidad de las plantillas, pues de eso se trata, puede hacerse por un simple decreto, pues sólo habría que modificar el actual decreto de noviembre de 1972 sobre expedientes de crisis. Todo parece indicar que se permitirá a las empresas despedir libremente, por razones económicas, a determinados porcentajes de sus plantillas.

La medida es grave, por el paro que padece el país. ¿Piensa el Gobierno negociar esta medida con los sindicatos ilegales? Supongo que no, porque la flexibilidad de las plantillas es en sí inisma innegociable. ¿Se ha dado cuenta el Gobierno que entre la flexibilidad de, las plantillas y la mantenida suspensión del artículo 35 de la ley de Relaciones Laborales, está entregando a los empresarios, el total control del empleo en el país, sin que los trabajadores tengan libertad sindical para oponerse a ello? Supongo que el Gobierno, que no es tonto, sabe lo que hace, que no es otra cosa que jugar la carta de los empresarios de cara a las próximas elecciones. Las cosas conviene decirlas así de claras. El Gobierno promete a los trabajadores la huelga que seriamente no puede darles, y a los empresarios la flexibilidad de plantillas que sí puede darles.

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