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La economía, base del diálogo entre López Portillo y Carter

La apertura de una nueva etapa, más amistosa, en las relaciones entre México y Estados Unidos, así como la consecución de una mayor ayuda norteamericana a la deteriorada economía de su vecino del Sur, son los dos principales objetivos de la visita oficial a Washington del presidente mexicano, José López Portillo, que se inició ayer.

En la que fue su primera entrevista con un jefe de Estado extranjero, el presidente Carter se mostró especialmente cordial, pronunció algunas palabras en castellano y se refirió a una nueva era de estrecha colaboración entre ambos países. Especialmente, hizo referencia a la oferta mexicana de incrementar sus envíos de gas natural a Norteamérica, a consecuencia de la crisis energética provocada por la ola de frío, que calificó como un gesto extraordinariamente amistoso. Durante sus cuatro días de estancia en la capital federal-López Portillo mantendrá entrevistas con los secretarios de Estado, de Defensa y del Tesoro, pronunciará un discurso ante las dos cámaras del Congreso y se reunirá con altos funcionarios del Banco Mundial el Fondo Monetario Internacional y el Banco Interamericano de Desarrollo.

La economía es, pues, uno de los mayores objetivos de la visita de López Portillo, que declaró recientemente que su país no quiere ayuda de Norteamérica, sino un incremento del comercio que haga posible contrarrestar el déficit mexicano de la balanza comercial entre los dos países, cifrado el año pasado en casi 2.000 millones de dolares.

Esencialmente, López Portillo pretende la desaparición de las trabas arancelarias que impiden a los productos mexicanos, agrícolas y sernimanufacturados en su mayoría alcanzar los mercados de Estados Unidos. La búsqueda de inversiones norteamericanas en México, el incremento del turismo y la firma de un acuerdo sobre intercambio de gas natural méxicano por tecnología norteamericana, son otras de las metas del viaje del presidente López Portillo, quien heredó una economía en situación crítica, con un tercio aproximadamente de la fuerza del trabajo en paro o subempleo, una moneda débil y un grave déficit exterior.

Para la nueva Administración norteamericana este rápido contacto con el también nuevo Gobierno mexicano supone el fin de una etapa de relaciones muy tensas con su vecino del Sur. El anterior presidente mexicano, Luis Echeverría, fue un decidido adversario del imperialismo americano en los foros internacionales, lo que contribuyó a congelar las rielaciones y dejó sin resolver numerosos problemas que afectan a los dos países.

López Portillo, por el contrario, fue calificado unánimemente por la prensa norteamericana de amigo y admirador de Estados Unidos, de lo que fue buena prueba el nombramiento de su ministro de Asuntos Exteriores y de su embajador en Washington, ambos considerados como muy gratos por los norteamericanos.

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El flujo de inmigrantes ilegales mexicanos a Estados Unidos, la delimitación exacta de la línea fronteriza, de casi 4.000 kilómetros, la situación de los prisioneros estadounidenses en México y el tráfico de heroína a través de la frontera, son algunos de estos problemas comunes, que también ocuparán, junto a lo económico, lugar destacado en las conversaciones entre López Portillo y la Adininistración Carter.

Con está visita, Carter inicia su anunciado programa de recibir en Estados Unidos durante el primer año de su mandato a una serie de dirigentes extranjeros, comenzando por los de sus vecinos geográficos. El primer ministro canadiense, Pierre Trudeau, visitará Washington la semana próxima.

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