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Los agricultores franceses temen la integración española en la CEE

A pesar de las buenas palabras del presidente Valery Giscard d'Estaing y del interés politico de Francia en que la CEE se amplíe hacia el sur, con la entrada de España y Portugal, los gobernantes franceses deberán vencer una seria oposición, por parte de sus organizaciones agrícolas, para permitir la adhesión de España al Mercado Común.La postura de las organizaciones agrícolas galas contra la entrada de España en la CEE es conocida. Su radicalismo se muestra, una vez más. con la publicación de un informe por parte de las cámaras agrícolas francesas, que propone dos condiciones básicas. para discutir la eventual entrada de los productos del campo español en la CEE: una revisión de los reglamentos comunitarios para reforzar la protección de mercados. donde se expone la posibilidad de modelar la entrada de productos españoles, en función de sus costos a la producción, considerados entre un 40 y un 60% más baratos que los cultivados en Francia; y, solicitar a los españoles un gesto de buena voluntad europea, así como limitar sus producciones, por lo menos al nivel actual, para una serie de productos que los agricultores franceses temen seriamente.

¿Una línea Maginot agrícola?, titula, en su análisis del problema, Alain Giraudo, experto en temas agrícolas. del periódico Le Monde. En todo caso, Giraudo se declara partidario de luchar contra el proteccionismo aarícola excesivo que. a fin de cuentas. puede perjudicar a quienes lo promuloan.

El documento, transmitido al ministro francés de Agricultura. Christian Bonnet. representa sólo la expresión y punto de vista de sus autores. Pero, ¿en qué medida podrá ignorarlo el Gobierno francés, teniendo en cuenta que los agricultores más perjudicados por la entrada de España a la CEE serán los viticultores y productores de frutos y legumbres en una zona tan conflictiva, como es el «midi» francés?

Por parte de los responsables comunitarios, Finn Olav Gundelanch, vicepresidente de la comisión europea, responsable de la Europa verde, parece adoptar una actitud moderada. Promete a los agricultores franceses que la ampliación de la CEE en la zona mediterránea (Grecia, Portugal y España) no debería concluir necesariamente en una entrada total de nueyos países de la CEE.

Ni que decir tiene que la tesis no es nueva. Al contrario, los nueve de la CEE intentaron ya aplicarla cuando prometían a España un acuerdo de libre cambio, que garantizaría la libre circulación de productos industriales, pero mantendría bajo estricto control el comercio agrícola.

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