"He traicionado a Valle-Inclán con un dolor enorme"
Entrevista con Víctor García, director de "Divinas palabras"
«Valle me dio la libertad. Es tan imaginativo que yo no pararía. Fue un dolor enorme traicionarlo, pero la traición es una cosa muy bella. Pretendo ser auténtico con mi puesta en escena, cómo veo ese hombre del que todo el mundo conoce su, historia y con enorme respeto lo he traicionado noblemente», ha declarado a EL PAIS, Víctor García, director de la obra Divinas palabras, de Ramón María del Valle-Inclán, cuyo estreno en Madrid está previsto el próximo viernes.Víctor García, argentino (Tucumán, 1934), realiza estudios de arquitectura, arte dramático y danza moderna en Buenos Aires y Brasil. Los escenarios europeos conocen sus montajes de El retablillo de don Cristóbal, de García Lorca; La rosa de papel, de Valle-Inclán; Ubu rey, de Jarry; El auto de san Martín, de Gil Vicente; El gran teatro del mundo, de Calderón; Así que pasen cinco años, de García Lorca, y El cementerio de automóviles, de Fernando Arrabal.
«En el teatro, el término perfecto para mí es play, jugar. Yo no sé jugar al ajedrez o a las cartas y adoro jugar en el teatro. No cometí ningún primen haciendo teatro y el privilegio no fue heredado en mi persona, lo decidí yo. El teatro es una aventura que debe ser realmente como una necesidad física y natural. Si conozco lo que van a buscar las personas aburridas al teatro, me aburre el teatro. Me gusta el teatro por el deseo de la fiesta; no me gusta el teatro estable, como una cosa rígida. Prefiero el borracho desequilibrado diciendo cosas magníficas o los niños inventándose una historia. Hay más verdad en eso que en la institución del orden teatral.»
El amor como móvil psicosomático en Víctor García. «Sin amor -dice-, no puedo hacer nada, me siento perdido y busco un revólver. Te podrías decir para qué mierda hacer teatro si lo único que quiere hacer uno es vivir y esto es cada vez más difícil. Puede ser fácil para la gente que tiene una profesión aparentemente más generosa que la nuestra. La nuestra, en este siglo, es maldita; no tiene nada que ver con la realidad. Antes, el teatro era una necesidad, como el comer. Iban a ver los autos sacramentales en las plazas públicas y la fiesta era sensualidad, se encontraban la gente y se hacían amigos.»
Creación libre y generosa
«La creación debe ser libre y generosa, quizá irresponsable. No se debe, exigir nada al teatro si no es espontáneo. Yo lo hice con absoluta generosidad y sin vergüenza. La tragedia es cómo combinar esa alegría de la vida. Para hacerme comprender desearía una huelga general de toda expresión espectacular, desde partidos de fútbol, corridas de toros, el teatro, el fin de la música. Sería el happening más grande del mundo y habría muchos suicidios. Cuando no haya ninguna manifestación creativa, tal vez se empiece a pensar en otras cosas. Si nuestra generación puede asumir ese enorme maratón, entonces diría que el hombre existe.»En España se han visto sus montajes de Las criadas, de Genet; Yerma, de García Lorca, y en algunas ciudades Divinas palabras, de Valle-Inclán. «Valle es único, no copió a nadie. Es el autor español que da más imágenes para un desplazado suramericano de origen salmantino. Con Valle no puedo parar mi imaginación y se lo agradezco; su generosidad es infinita. Es uno de los genios más grandes que tiene España para un espectáculo. Con él nunca me he sentido más libre. Es una lástima que de Tirano Banderas no haya hecho una adaptación teatral.»
Sobre Divinas palabras, Víctor García deja el juicio al espectador. «Si gusta o no, me da lo mismo. No puedo hacer otra cosa. Creo haber comprendido muy bien a Valle y crear la transposición contemporánea. Conozco muy bien sus paisajes de Galicia y América Latina. Con Valle estoy siempre en contacto. Parece un lenguaje de brujos y fue un dolor enorme traicionarlo.»
«El montaje de la obra es dar libertad a la creatividad. Soy de una época de teatro que no puedo soportar una mesa, unas sillas, la utillería. Es la limpieza total y el respeto total del pensamiento del escritor, del poeta. me agarré al final de la obra, las divinas palabras en latín con enormes órganos donde se comprende el adulterio de Mari-Gaila. Pero no lo invento yo, es Valle. Es el origen de ocho órganos, que casi nunca pueden entrar en un escenario y aquí los voy a hacer entrar como sea.»
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