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Mario Soares intenta capear el temporal

Sí, como dicen algunos, la verdad es siempre revolucionaria, mal se entiende cómo algunos periódicos portugueses de derechas hayan sido capaces de desvelar cierta indiscreta evidencia política. Me refiero, por ejemplo, a la crisis que en los últimos días se produjo en el seno del Partido Socialista Portugués y que algunos diarios conservadores del vecino país habían anunciado hace una semana.Estos diarios habían aventurado que: se estaba forjando un Partido Socialista Obrero Portugués (PSOP) con el apoyo de los sectores más radicales del partido de Soares y otras fuerzas de extrema izquierda. Para abortar semejante herejía los socialistas acaban de denunciar una «infiltración trotskista», primer paso para una depuración por la izquierda, antes que se celebre en Oporto su congreso extraordinario.

Mario Soares está atravesando el peor momento de su mandato. Por un lado, los socialdemócratas han intensificado los ataques contra el Gobierno minoritario que preside, en la línea de las declaraciones hechas en Madrid por Sa Carneiro. Los comunistas, relativamente moderados hasta ahora, parecen dispuestos a ejercer con mayor vigor la crítica, y acusan ya abiertamente al Gobierno de escorarse peligrosamente hacia la derecha. Y sólo la derecha del Centro Democrático Social se muestra relativamente cauta en sus críticas, hasta el punto que, por divertida paradoja, se dice en Lisboa que alguno de los dirigentes de este partido podría ser nombrado... subsecretario.

Poco parecen importarle a Mario Soares los ataques comunistas, dada la hostilidad manifiesta existente entre su partido y las huestes de Cunhal. No sería ahora viable poner en pie un «frente popular» a las orillas del Tajo, y aunque lo fuera, Soares lo rechazaría indignado. En cambio, los embates socialdemócratas le resultan al líder socialista mucho más preocupantes. Sólo así se explica el berrinche del primer ministro tras las declaraciones madrileñas de Sa Carneiro. El Partido Social Demócrata Portugués es el segundo en poder y extensión. Acaba de conseguir resultados inesperados en las elecciones municipales y prepara concienzudamente su «asalto al poder». Además, es un grupo cuyos líderes son escuchados con respeto en Europa.

Sucede que Mario Soares viaja el próximo día 14 de febrero a las capitales europeas para conseguir un préstamo de la CEE que ronda los 1.500 millones de dólares. Y tal vez para vencer las reticencias económicas de algunos países que pueden obstaculizar la entrada de Portugal en la Comunidad. A Soares le interesa dar una imagen estable de su país. Y esto es cada vez más difícil. Al primer ministro le resulta sin duda relativamente fácil acusar a sus críticos de «deteriorar exteriormente la imagen del Portugal democrático». Pero este tipo de acusaciones no resisten un análisis serio en una comunidad democrática. Por muchos esfuerzos que Cunhal o Sa Carneiro hagan, mal podrían deteriorar. esta imagen si no está ya suficientemente desgastada. La situación económica en Portugal, hoy, es muy difícil. Y la inexistencia de una política económica coherente y mantenida tiene mucho que ver con ello. Heredero de una cadena de errores, Soares ha sido incapaz de superar la situación, entre otras razones porque no ha sabido distinguir entre Gobierno y partido, y ha querido imponer a su partido una disciplina de Gobierno.

Para superar la actual crisis, el primer ministro portugués busca ahora una «salida de urgencia» con la reestructuración del Gobierno. Pero no es probable que el presidente Ramalho Eanes se mantenga neutral en este asunto, como hizo hasta ahora. Dos hombres de confianza del joven presidente pueden ser nombrados para ostentar carteras económicas, con lo cual un régimen. teóricamente presidencialista comenzaría a serlo en la práctica.

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