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En la muerte de Errol Garner

Errol Garner ha muerto en Los Angeles, en el Hospital Monte Sinaí, a los 53 años de edad, a consecuencia de una gravísima enfermedad pulmonar. Errol Louis Garner era un hombre bueno, pulcro, suavemente elegante, al que se la había adherido una ligera capa de ese «discreto encanto de la burguesía» por la que tantos músicos de Jazz de la vieja escuela han luchado lo indecible.Garner era un hombre íntegro («... Adoro a mi madre, ciega, y siempre que puedo voy a Pittsburgh a verla ... ») al que le encantaba disfrutar de la vida, charlar, reír y... comer bien. Era capaz de sostener una conversación sobre casi todo lo divino y lo humano, pero, ¡ay!, al tratar el tema de la música de jazz Garner enmudecía y su carácter ,afable y social no podía oculta que detestaba entrar en este terreno. Y,-sin embargo, el jazz le debe mucho más de lo que se le ha agradecido. Su honradez le llevó en muchas ocasiones a no cobrar una cantidad fija por actuación, prefiriendo hacerlo a porcentaje, para posibilitar al dueño del local, sobre todo si éste no era muy conocido, invertir más dinero en publicidad. No tenía coche ni apartamento (« ... ¿Para qué? Estoy casi siempre de gira y, además estoy soltero ... »), pero de su composición Misty se han grabado cientos de versiones y ha sido un auténtico standard para casi todos los músicos de jazz.

Su éxito proviene de la deficadeza de su sonido y de la constante creación de wing -que emana de sus interpretaciones; músico autodidacta, ignorando totalmente la teoría musical (no sabía leer música), pero dotado de un oído extraordinario, creó un estilo audaz cuya finura, sensibilidad e inventiva han hecho que haya inspirado a una generación de pianistas. Quizá no sea útil recordar que sus primeras grabaciones tuvieron lugar en Nueva York, en el otoño de 1944, recién llegado de su Pittsburgh natal, en la sala de estar del apartamento de un aristócrata danés, el barón Timme Rosenkrantz, que, junto a Inez Cavanaugh, la habían convertido en un estudio de grabación. Allí, en las madrugadas, Garner tocaba para un pequeño grupo de amigos y allí, por vez primera, podía escuchar lo que creaba, el piano. Allí, quizá, se empezó a gestar el inconfundible estilo de Errol Louis Garner, un hombre de bien y un músico extraordinario.

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