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Oposición sindical a la política económica

Juan Cruz

El paquete de medidas económicas anunciadas por el Gobierno británico para responder a las demandas del Fondo Monetario Internacional ha decepcionado sobre todo a los sindicatos, cuyos líderes ven ahora más complicada la próxima revisión del contrato social que los compromete a aceptar las restricciones saláriales programadas por la administración para equilibrar la inflación y el desempleo. La izquierda laborista también se ha mostrado contraria a las medidas deflacionarias tomadas por el Gabinete y considera que de este modo Callaghan se aleja una vez más de las aspiraciones del partido en beneficio de la presión económica exterior. Tanto los sindicatos como los miembros del Tribune el grupo parlamentario de izquierdas del Partido Laborista, hubieran querido ver en el paquete de medidas la consideración de un control estricto de la importación para reforzar la propia producción industrial interior.Ayer, después de una reunión con sus colegas para discutir las implicaciones del nuevo presupuesto, el secretario general del TUC (Trade Unions Congress), Len Murray, dijo que a partir de ahora el Gobierno no podía seguir pidiendo únicamente a los trabajadores los sacrificios necesarios para hacer avanzar la economía. Ha llegado -expresó- el turno de los empresarios, a los que este paquete prácticamente no afecta. La mayor preocupación sindical se refiere a los recortes del gasto público que se contienen en el presupuesto y que van a implementar el índice de desempleo. Según los líderes sindicales, el Gobierno, al realizar tales reducciones, ha olvidado uno de los principios del «contrato social», que es el de asegurar una política de pleno empleo. Por tanto, ha dicho Murray, habría que reconsiderar las bases sobre las que se asentaría el nuevo acuerdo. Los sindicalistas han empezado ya a presionar para que se abandonen las restricciones salariales que ellos habían aceptado para que la in dustria mantuviera su nivel de be neficios y para atajar el proceso inflacionario, que gracias al con trato social bajó en un ano de un 33 aun 15 %.

En abril de 1977, cuando los Trade Unions y el Gobierno laborista estudien la nueva fase de este compromiso, aquellos no van a transigir de nuevo. Su oposición a una nueva forma de entente cordiale con la administración no será total, sin embargo, pues,como ha indicado en una entrevista el sindicalista Jack Jones, nosotros no po demos desafiar al Gobierno laborista porque en este país no hay otra alternativa que satisfaga a los trabajadores británicos.

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