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Reportaje:

Petróleo y balanza de pagos

Normalmente los humanos, y las sociedades que consiguen formar, suelen rechazar con tenacidad todo aquello que de algún modo pueda serles difícilmente aceptable. La evidencia es sustituida por las fantasías. En 1973 rondaba todavía la ilusión en algunos medios «especializados» en cuestiones energéticas de que los crudos de petróleo se venderían, en un futuro no lejano, a su «auténtico» precio de coste de extracción, aproximadamente un dólar el barril. En abril de ese año la revista americana Foreing Affairs, publicaba bajo el título, La crisis del petróleo: esta vez ha llegado el lobo, un artículo que causaría un profundo escalofrío en la espina dorsal de los lectores. El lobo llegaba unos meses más tarde y el «auténtico» precio del petróleo sería del orden de los diez dólares barril. El precio de mercado -2,2 dólares en aquel entonces- se había multiplicado por cinco.Fin de la energía barata

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Los embargos y amenazas de los países productores provocaron el pánico, pánico al que sucedió. con la regularidad de los suministros, la intranquilidad de cómo realizar el reajuste. La energía había dejado de ser barata y los países industrial izados del mundo, que anualmente cerraban sus cuentas con el exterior en superávit, veían que los números ya no cuadraban y que 1974 presentaría un déficit difícil de mantener a medio plazo. La única respuesta era la austeridad, este fue el camino seguido por la mayor parte de los países ricos del mundo, encabezados por Estados Unidos, Alemania y Japón.

A su vez, la austeridad suponía el descenso de la producción, el crecimiento del paro y naturalmente una reducción del consumo interior. El único medio de contener el paro y recuperar la producción. consistía en sustituir el consumo nacional por la demanda exterior de los nuevos ricos del petróleo. El consumo interior reducido debía compensarse con un aumento de las exportaciones. El primer problema consistió en aceptar un sacrificio de la población mediante una buena moderación en el crecimiento de las rentas salariales y otros ingresos. (En Estados Uni-

dos el salario por hora trabajada aumentó, en 1974, un 8 %, mientras que el índice general del coste de vida lo hacía en un 11 %). El segundo problema era el de canalizar esas mayores ventas a unos países poco poblados y con un nivel de desarrollo todavía poco incipiente, afortunadamente la baja capacidad de absorción demostró no ser tan baja y las proyecciones hechas por los expertos, en base a los resultados que se iban registrando durante 1974, permitían pensar que hacia 1980 los países industrializados venderían a los países productores de petróleo la misma cantidad de mercancías que los ciudadanos alemanes, americanos o suizos habían dejado de consumir. Quizá se había filtrado alguna brisa de optimismo en las proyecciones, pero los sacrificios dieron su fruto: 1975 se cerraba con un práctico equilibrio en las ,cuentas exteriores por parte de los países industrializados. Este equilibrio exigía, por supuesto, continuar con la contención del consumo y forzar al máximo las exportaciones hacia los países del petróleo.

La excepción española

España no se adaptó a las exigencias de la crisis y, en una especie de fantasía navideña permanente, continuó aumentando el consumo de petróleo. Los salarios medios por hora trabajada en 1974. crecieron en un 20 %, es decir, por encima del 15,7 %, que fue el incremento medio del índice del coste de la vida. Esta tónica de facilidad se mantendría desde entonces, pero mayores salarios provocan mayores precios y esto. entre otras cosas, supone perder competitividad. frente a otros países.

Comercio hispano-OPEP

Las exportaciones españolas hacia los países de la OPEP (Organización de Países Exportadores de Petróleo) han crecido en un 700 % entre 1970 y 1975, pasando de cien a casi ochocientos millones de dólares. Esta tasa de aumento es muy superior a la de las exportaciones totales españolas, que en mismo período de tiempo han crecido en un 232 %. Pero lo verdaderamente importante es que si entre 1970 y 1973 nuestras exportaciones a los países OPEP crecieron más deprisa que las exportaciones de los países industrializados occidentales, la situación se invierte desde 1974 y continúa en 1975. En 1974 las exportaciones españolas a la OPEP aumentaron en un 50 %, mientras que las exportaciones de los países industrializados occidentales lo hacían en un 76 %.

En otro orden de cosas hay que destacar la enorme diferencia entre nuestras compras -2.830 millones de dólares- y nuestras ventas -797 millones de dólares- a los países de la OPEP; la diferencia representa algo más de un 20 % de nuestro déficit comercial, total con el mundo. El desequilibrio con los países OPEP supone, además, que nuestra tasa de cobertura (relación entre el valor de las importaciones y exportaciones) sea del 28 %, dicho con otras palabras, por cada cien pesetas que compramos en los países productores de petróleo sólo conseguimos vender veintiocho. Naturalmente que existen todo tipo de explicaciones y coartadas: insuficiente promoción comercial, características de las compras efectuadas por la OPEP (material bélico, industrias completas, etcétera) pero esto no excusa que el principal obstáculo no siga siendo el de la fuerte inflación española o, lo que es lo mismo, la incapacidad de haber asumido las consecuencias de la crisis y haber aceptado la austeridad que exigían las nuevas circunstancias. El nuevo, incremento que puede producirse en la reunión de Qatar. no hará sino agravar nuestra débil. posición. es decir. de nuestra negativa a aceptar las consecuencias de la crisis.

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