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Probable mejoría de las relaciones cubano-norteamericanas

El Gobierno cubano parece dispuesto a iniciar el camino de la normalización de relaciones diplomáticas con Estados Unidos, una vez que el presidente electo, Jimmy Carter, tome posesión de su cargo, según se estima en círculos políticos cercanos a la nueva administración demócrata.

La salida de Henry Kissinger de la Secretaría de Estado supone la desaparición de uno de los mayores obstáculos que impedían el inicio de una nueva etapa en las relaciones cubano-norteamericanas. En su campaña electoral, Carter no se mostró muy crítico hacia el régimen castrista y se limitó a condenar lo que llamó interferencia cubana en la política interna de Puerto Rico, estado asociado de Norteamérica.La presencia de un cuerpo expedicionario cubano en Angola, tema esencial del contencioso con Cuba de la Administración Ford, no fue citado por el nuevo presidente. Recientemente, las relaciones entre la isla y Washington empeoraron nuevamente cuando Fidel Castro acusó a la CIA norteamericana de haber intervenido en el atentado contra un reactor de Cubana de Aviación, que costó la vida a 73 personas. A raíz de este atentado, Cuba rompió unilateralmente el acuerdo sobre piratería aérea que había firmado con Estados Unidos.

El signo más evidente para los observadores norteamericanos de la nueva disposición del Gobierno de La Habana fue el discurso pronunciado el pasado día 4 por Raúl Castro, jefe de las Fuerzas Armadas cubanas, en el que afirmó que nosotros no identificamos el imperialismo yanqui con el pueblo norteamericano, y que sabemos que en influyentes sectores del Gobierno estadounidense se empieza a admitir el fracaso de la política oficial hacia Cuba, y se ve clara la necesidad de una nueva política hacia nuestro país.

Más adelante, el hermano de Fidel Castro dijo que nuestro Gobierno y nuestro pueblo miran con atención (a la nueva Administración)... para ver si el realismo prevalece y se pone fin a los actos de agresión y hostilidad hacia nuestro país, base imprescindible para iniciar cualquier conversación con el Gobierno de Estados Unidos.

Para el columnista del diario Washington Star Jeremiah O'Leary es significativo que Raúl Castro no hiciera referencia al embargo que Norteamérica decretó contra Cuba en los primeros años sesenta, ni que tampoco aludiera a la base naval de Guantánamo, en territorio cubano, donde hay actualmente unos 2.500 soldados americanos.

O'Leary afirma que este cambio en la actitud del Gobierno castrista estaría motivado por las severas dificultades económicas que atraviesa la isla, provocadas fundamentalmente por la caída del precio del azúcar en los mercados internacionales.

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Por su parte, los hombres de negocios norteamericanos llevan varios años explorando las posibilidades del mercado cubano, en espera de que se levante el embargo comercial. Cuba, en pleno esfuerzo desarrollista, necesita bienes de equipo que podrían ser facilitados por la industria estadounidense. Una previsible alza del precio del azúcar en el futuro daría a Cuba mucho dinero para financiar su desarrollo, y en las grandes corporaciones se teme que la hostilidad política entre los dos países resulte en beneficio de la industria europea, que podría suministrar dichos equipos.

La aproximación entre Cuba y Estados Unidos podría iniciarse con conversaciones en las Naciones Unidas, que dejarían el camino libre para el intercambio comercial, mientras que, como en el caso de la República Popular China, las relaciones diplomáticas plenas tardarían varios años en establecerse.

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