Luis Buñuel asiste a su homenaje
La presencia de Luis Buñuel en Huelva modificó sustancialmente, casi radicalmente, la significación de la Segunda Semana de Cine Iberoamericano. Los actos y proyecciones programados continuaron su curso normal, pero la mera presencia del realizador le dio un giro sencillo y espectacular: después de toda una vida Buñuel aceptaba un homenaje popular en su país.
La mesa redonda, celebrada en la mañana del domingo se desarrolló en un ambiente tan normal como en cualquier otro acto cultural en una ciudad pequeña. Una asistencia discreta -no más de doscientas personas-, ningún signo aparente de magnificiencia o esplendor mediocre, unas intervenciones breves y no excesivamente brillantes (no podía ser de otra formapues cada orador no disponía de más de cinco minutos), un público heterogéneo y Luis Buñuel recibiendo un aplauso cálido y largo. Sólo la presencia de seis u ocho fotógrafos facilitaban una pista de que allí ocurría algo fuera de lo normal.El jesuita padre Alcalá señaló el interés de Buñuel por lo religioso, aceptando su declarado ateísmo.
José Aguayo, director de fotografía de Viridiana y Tristana, agradeció el que don Luis lo hubiera escogido a él para hacer la fotografía de sus películas españolas, a la vez que matizaba que la iluminación estaba en plano secundario, en el que la historia a contar ocupaba la primacía.
José F. Aranda intervino a continuación para agradecer al productor el hecho de quegracias a su personalidad y a sus obras, una parte de los miembros de su generación encontraran en todo ello un apoyo para realizarse. Finalizó dando una frase de André Breton: «Buñuel nos incita a que no desperdiciemos el poco de libertad que tiene el hombre.»
Jean Claude Carriére, guionista de sus últimas películas, trazó un rápido esquema del método de trabajo de ambos, en el que las ideas de Buñuel condicionaban totalmente el resultado final.
Román Gubern habló, en último lugar, sobre la condición de exiliado de quien recibía el homenaje situado con precisión las condiciones políticas y culturales de los países donde había desarrollado su trabajo, México y Francia fundamentalmente.
Tras las intervenciones de los ponentes se estableció un breve coloquio con el público en el que intervino el homenajeado. Buñuel insistió en que se consideraba, a estas alturas de la vida, un solitario hombre, al que sólo le gustaba el retiro antes que cualquier cosa.
Un acto sencillo, amable, en el que un hombre de 76 años recibía directamente, por primera vez en su país, una manifestación colectiva y popular de cariño y respeto.
José Luis Ruiz, director del certamen, consiguió crear la noticia más insólita, en varios decenios, del cine español en su aspecto mundano.
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