Tensiones en la Oposición
EL MAR de fondo en el seno de la Oposición democrática es ya claramente visible en la superficie. Las protestas de algunos miembros de Coordinación Democrática por haber sido marginadas en los contactos con la Oposición moderada, la distinta actitud ante el referéndum (abstención activa o indiferencia), el forcejeo en torno a la participación de Santiago Carrillo en la misión para la negociación con el Gobierno y el incidente diplomático a que ha dado lugar la ausencia del PSOE en la reunión del pasado día 8, son otros tantos síntomas de un conflicto profundo.Estas tensiones nada tienen de anormal e incluso eran predecibles. Así como durante la era de Franco el menosprecio indiscriminado del Poder mantuvo a la Oposición globalmente fuera de juego (si bien el grado de represión variara grandemente según los casos), el proyecto reformista ha planteado a las distintas fuerzas la necesidad de elegir entre diferentes opciones. Nada más lógico que las respuestas varíen en función de los estratos sociales potencialmente representados por esos grupos o de los intereses de las propias organizaciones.
En efecto, es obvio que la estrategia de los liberales, democristianos o socialdemócratas descansa en supuestos distintos de los que inspiran a los partidos de la izquierda. Aunque esos grupos suscriban sinceramente los acuerdos globales de la Oposición, sus posibilidades de actuación y de influencia sobre el Poder, incluso en el recortado campo de libertades acotado por la Reforma, son mucho mayores. Sus deseos de cumplir los pactos y de conseguir los resultados óptimos en las negociaciones con el Gobierno tienen que hacer frente a la tentación de tomar lo que ya se les ofrece, máxime cuando el peligro de involución hacia el.continuismo, si no probable, al menos no es imposible.
En el campo de la izquierda hay, a su vez, tensiones específicas, derivadas de la lucha por la hegemonía. Sobre los grupos «no legalizables» (el Partido Comunista y las organizaciones situadas en posiciones todavía más radicales) pende la amenaza de ser excluidos del nuevo ordenamiento constitucional o, cuando menos, de las primeras elecciones, lo cual despiertá sus reflejos defensivos y cierta suspicacia hacia todos los grupos por definicíón «legalizables». La línea de fractura no haría sino desplazarse más hacia el extremo del espectro si el Partido Comunista fuera sacado del purgatorio a costa de las organizaciones de filiación maoísta.
En cuanto a la familia socialista, las relaciones entre sus miembros no parecen haber mejorado. Las acusaciones de algunos dirigentes de la Federación de Partidos Socialistas sobr¿ la financiación del PSOE y la espectacular «inversión de las alianzas» del Partido Socialista Popular tras el fracaso de las negociaciones unitarias patrocinadas por Mario Soares tienen, como correlato, la actitud de «orgulloso aislamiento» del propio PSOE tras su triunfal congreso.
En otra perspectiva, la decisión de la oposición catalana de mantener. cierto grado de independencia en la negociación con el Gobierno y las profundas divisiones existentes entre las fuerzas políticas del País Vasco pueden ser otras fuentes de tensión.
Ahora bien, la exposición a plena luz de esas diferencias no sólo no perjudica a la Oposición. sino que puede resultar útil al país. Nadie tiene por qué escandalizarse, y menos aún la derecha del sistema franquista, responsable del secuestro durante décadas del, libre ejercicio de los derechos ciudadanos y sometida ahora. tras sus ensueños unitaristas. a un proceso de centrifugación acelerado. La unanimidad política es un ensueño reacciona sociedad pluralista necesita la libre discusión entre los partidos. y no la diplomacia secreta en los pasillos del poder, a Fin de que los ciudadanos puedan elegir con conocimiento de causa entre las opciones que se les presentan.
Lo realmente importante, en estos delicados y decisivos momentos, no es ocultar las tensiones. sino tratar de resolverlas. El país juzgará, sin duda. severamente a los grupos que no sepan renunciar en aras de lo principal, esto es, el pleno restablecímiento de la democracia para todos, a sus deseos de protagonismo y de: hegemonía.
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