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Ahora, los problemas económicos

Después de la aprobación por las Cortes del proyecto de ley de Reforma Política, se ha observado en la prensa diaria y en las revistas especializadas una llamada de atención sobre la importancia de ocuparse a fondo de los problemas económicos. con el obvio fin de superar muchas de las complejas dificultades con las que nos enfrentamos en estos momentos. La idea es aceptable. Dado un paso importante para la implantación en nuestro país de una verdadera democracia. hay que impedir que la situación económica pueda perturbar seriamente el proceso de canibio.Aceptada la idea y su importancla es preciso entrar en el terreno concreto de las posibilidades reales de resolver con éxito los citados problemas. Vaya por delante que no Intentanios coniparar lasdificultades que entraña el cambio político con las inherentes a la superación de los actuales estran!iulamientos económicos. Sólo aspiranios a resaltar los obstáculos que hay que superar para mejorar nuestra situación económica, y ello en la mejor hipótesis de que no se produzca una niodificación del precio del petróleo, que según todos los indicios, es demasiado suponer.

Es preciso admitir, como punto de partida, que el deterioro actual denuestra econornia se remonta no a la crisis internacional que se inicia en 1973, sino a muchos años antes, como consecuencia de un desafortunado enfoque de nuestra planificación económica. Limitada a servir de telón de fondo de un crecimiento que en todo caso se hubiera producido y olvidando el cambio estructural, al final de la década de los sesenta la economía española se manifestaba insensible a toda política coyuntural. Se había alcanzado el techo del proceso de crecimiento y se ponía de manifiesto la importancia de la reforma política como condición indispensable para realizar esas reformas estructurales básicas de la economía que permitiesen enlazar una etapa de crecimiento. poco armónico e injusto -social y espacialmente considerado-. y en otra de un verdadero desarrollo. Todos conocemos los acontecimientos posteriores. Y para no insistir en una historia económica tan próxima. limitémonos a insistir que nuestra economía tiene su pasado, del que hay que partir para valorar el presente. Ignorar la historia es admitir un juego en el que no puede entrarse porque sería reconocer que los problemas económicos surgen por generación espontánea.

( ... ) Es preciso contempar ahora más en profundidad nuestras difícultades, económicas, conscientes de las limitaciones existentes sin desconocer que se han adoptado ya un conjunto de medidas que necesitan complementarse para dar un mavor alcance a su posible eficacia. Planteamientos más ampulosos e irreales quizá puedan tener cierto eco, pero poca garantía de éxito. De lo que se trata es no de parchear la economía, sino de irla saneando para abordar, después de las elecciones. las necesarias reformas estructurales, sin las que poco serio se puede conseguir en el terreno económico-social.

28 noviembre

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