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Crítica:CINE
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Víctimas y verdugos

El portero de noche llega a las pantallas españolas a los dos años de realizada, lo que es todo un récord, si se piensa que, hace poco tiempo, una obra de estas características nunca hubiera sido proyectada oficialmente en nuestro país. Podría parecer anecdótico y poco serio insistir en estos aspectos previos y marginales, si no fuera porque la práctica habitual de los últimos cuarenta años de censura nos han precipitado a todos los aficionados al nefando y sucio vicio de la censura no profesional, ya que, después de visionar en cualquier país extranjero una película prohibible -y, en principio, todas lo son por el solo hecho de existir-, lo primero que hacíamos, inconscientemente, era encasillarla o no en la categoría de las desterradas para siempre.Que los espectadores vean hoy este filme sin violar inmediatamente a las doncellas que pasen por su lado, sin alaridos ni incendios -sólo los habituales de las librerías cercanas, esto es, nada importante que se salga de la rutina- es una demostración más, por si hicieran falta, de que el pueblo español es tan maduro como el neozelandés o el sueco, mientras que los custodios y artífices de las conciencias de los demás todavía no han sabido demostrar su cotidianidad y normalidad.

El portero de noche (Il portiere di notte)

Realizada por Liliana Cavani, según el guión escrito por Bárbara AIberti, Amadeo Pagani, Italo Moscati y Liliana Cavani. Fotografia: Alfio Contini. Música: Daniele París. Intérpretes: Dirk Bogarde, Charlotte Rampling, Philippe Leroy, Gabriele Ferzetti, Isa Miranda. Estreno en el cine Urquijo.

El portero de noche, considerada como tal obra autónoma, es muy insuficiente y extraordinariamente desigual. La idea básica del guión, es decir, el reencuentro de dos amantes (víctimas y verdugos alternativos) al cabo de catorce años después de haber sobrevivido a la barbarie nazi, es interesante, y se presta a un detenido estudio de las relaciones humanas. Liliana Cavani, muy preocupada desde el comienzo de su carrera, por la inserción de la problemática del poder y de la libertad en relación con el ambiente social y político de cada época, demuestra una notable coherencia de principios con sus trabajos anteriores, Francisco de Asís o Galileo Galilei, pero no sabe adecuar sus propósitos a los medios disponibles.

El desarrollo fílmico de la idea ya es más discutible, y llega, en bastantes ocasiones, a ser inadmisible. La pareja central es insuperable y tanto Dirk Bogarde como Charlotte Rampling dan perfectamente el tono de los personajes que encarnan, pero el resto de los intérpretes está muy mal elegido y las escenas en que intervienen naufragan, a menudo, en el más absoluto de los ridículos. Las influencias excesivas de Visconti y otros creadores que han tratado temas similares lastran la originalidad de la obra, que cala en los grandes públicos, pese a todo, por la audacia de algunas escenas, y por la franqueza de bastantes alusiones, especialmente inhabituales para el espectador medio español.

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