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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Desarrollo sin plan

EL EDITORIAL que EL PAÍS le dedicó hace días, parece haber sugerido al señor López Rodó unas puntualizaciones que gustosamente hemos publicado. En ellas recurría a un largo rosario de cifras con el fin de inducir a que el lector sacase una conclusión falsa de unas premisas ciertas. Nadie niega el asombroso desarrollo económico de este país; pero nosotros, y otros muchos españoles, no comulgamos con la rueda de molino de que los planes del señor López Rodó hayan tenido la menor relación con ese acontecimiento.

Las Cifras que da el señor López Rodó están utilizadas con habilidad, por cuanto siendo ciertas ocultan los altos .costes económicos y sociales que las acompañaron y olvidan los posibles usos alternativos de los recursos generados con el esfuerzo de toda la sociedad española durante esos años. El desarrollo no puede lograrse sin producir desequilibrios; pero los planes del ex ministro tuvieron la rara virtud de combinar su inoperancia respecto al crecimiento económico con la manipulación del poder en favor de intereses privados concretos. Citemos, a título de ejemplo, los 66.000 millones de pesetas que de 1963 a 1973 concedió el Banco de Crédito Industrial a sectores prioritarios, polos, acciones concertadas, y demás; los casi 350.000 distribuidos en el mismo período a través de líneas de redescuento especial; los 120.000 que supuso la desgravación a la exportación sólo de 1970 a 1973; o los 5 1.000 millones de subvenciones a la inversión del II Plan. Habla el señor López Rodó de los cambios estructurales logrados en su etapa. No discutiremos que sus planes fueron instrumentales para reducir la mortalidad infantil; pero deseamos llamar la atención del lector sobre algunas cifras. Cierto que se crearon medio millón de hectáreas de regadío, pero al mismo tiempo el déficit de la balanza agrícola ha pasado del 3,2 % de la renta del sector en 1963, al 11, 1 % en 1973. Dice también el señor López Rodó que se han repoblado un millón de hectáreas, ¿pero qué fruto ha tenido esa repoblación cuando el porcentaje de madera importada sobre la consumida pasó del 31,5 % en 1962 al 48,3 % en 1973? Hablemos ahora del famoso trasvase Tajo-Segura. En 1967 se calculó el coste del metro cúbico de agua en una peseta; posteriormente se elevó a 3,20 pesetas. Suponiendo que una hectárea requiere unos 10.000 metros cúbicos, ello arroja un coste sólo de agua de 30.000 pesetas/ hectárea. ¿Qué cultivo, salvo quizá el horto-frutícola en sus mejores épocas, puede soportar tal coste? Pero hay más, la inversión calculada del trasvase oscila alrededor de los 3 1.000 millones de pesetas, y las hectáreas en regadío unas 90.000; un cálculo simple dice que el coste de la inversión por hectárea es de 345.000 pesetas. ¿Cómo justifica el señor López Rodó una inversión tres veces más cara que la puesta normal en regadío calculada en los planes de inversión pública?

Insiste el señor López Rodó en otra parte de su carta en el elevado cumplimiento de las previsiones contenidas en los Planes. Sentimos discrepar de sus afirmaciones. Recordemos que las viviendas terminadas durante el I Plan superaron en un 39 % las previstas; que mientras el II Plan se montó sobre un crecimiento real acumulativo del PNB del 5,5 y de la formación bruta de capital del 6,9 %, la realidad deparé incrementos medios del 6 y del 41,1 % respectivamente, al tiempo que de los 548.000 millones de pesetas de inversiones públicas sólo se materializaron 384.000. ¿Para qué seguir? Las divergencias se acumularon de tal forma que los objetivos del III Plan se reajustaron en 1974, estableciéndose el año como período de vigencia de un plan que, ¡afortunadamente, no ha tenido sucesores, como tampoco lo tuvieron las «señales de alerta».

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En cuanto a los «juicios altamente favorables» emitidos por la OCDE y el FMI, el señor López Rodó no sólo se olvida de algunos francamente críticos, sino que hábilmente oculta la mecánica de dichos informes. Como muchos saben, los términos de los mismos son siempre, objeto de negociación entre la misión del organismo y el país examinado, de tal forma que se publica sólo una versión aguada de lo que el organismo internacional realmente piensa. Además, en sus años de comisario y ministro, el señor López Rodó no escatimó jamás presiones para conseguir que la opinión de las «prestigiosas organizaciones» fuera favorable a sus planes.

No entremos en el terreno de las comparaciones internacionales, como tampoco nos referiremos a las «profundas transformaciones» que ha supuesto un arancel-escandalosamente proteccionista, a la inflación acelerada, ni al gran sentido de justicia social que anima nuestro sistema fiscal.

Para concluir sólo nos resta asentir con el señor López Rodó cuando señala la «transformación que experimenté España de 1962 a 1973". Durante esos años hubo en nuestro país desarrollo, pero no hubo Plan. La economía creció porque el pueblo español tuvo fe en sí mismo y en la posibilidad de mejorar mediante un esfuerzo tenaz que nada debió al señor López Rodó. España ha llegado a ser la décima potencia industrial del mundo porque sus gentes trabajaron para conseguir un bienestar económico que ya hace años comenzó a exigir una contrapartida de libertad política que resueltamente le han negado quienes, como el señor López Rodó, habiendo sido obispos del franquismo, aspiran ahora a convertirse en cardenales de la democracia.

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