La I Muestra de Teatro independiente
Lo que está haciendo la sala Cadarso es impresionante y, consolador. Sorteando dificultades que es fácil imaginar -las normales, más las extraordinarias, que en estos trabajos son igualmente naturales-, su I Muestra de Teatro Independiente anda ya promediada, sin carácter competitivo ni alharacas festivaleras. Sencillamente, muy sencillamente, los grupos están mostrando su trabajo que es en general, una lucha por conseguir la conquista de públicos marginados de la vida teatral, un esfuerzo por alcanzar los niveles técnicos indisperisables y una pelea por situar el teatro en el contexto social que le corresponde.Nada de esto puede ser criticable y en su enunciación se contiene ya la limitación general de los trabajos. Que tienen, a cambio de ingenuidades, imperfecciones y radicales torpezas, una profunda y vitalizadora frescura. Así van las cosas hasta ahora:
El grupo sevillano «Esperpento» inició la muestra con un trabajo colectivo sobre Lafa milia del anticuario, de Goldoni, titulado ¿Qué negocio no es estafa? Se trata de una indagación sobre las posibilidades, hoy, del realismo dramático. El grupo llega casi a incorporar al realismo, las variantes más útiles de las técnicas de expresión corporal. Teóricamente, el maridaje es casi imposible. «Esperpento» indaga sobre nexos de unión.
El grupo alicantino « La Guadaña» compareció con Ya no hay, locos, amigos, ya no hay locos, trabajo sobre poemas de León Felipe. El grupo intentaría visualizar la conexión de los poemas con las vivencias actorales. Experiencia ceriosa. Resultado insuficiente. El «Pequeño Teatro», de Valencia, presentó su creación de la Danza de la lanza de papel, de Lunatcharski, abandonando el título original, Don Quijote liberado. El sistema lingüístico del grupo es amplio y muy bien trabajado. Es, quizás, el mejor espectáculo de cuantos han desfilado hasta ahora. Los textos satíricos, muy populares, recrean una atmósfera de teatro popular, de fiesta crítica, de aparato vivo y expresivo, apto para los espacios escénicos abiertos.
El «Grupo Laboratorio», de Sevilla, ha compadecido con otra creación colectiva, Sapiens II, en que actores bien pertrechados con las herramientas del «método» afrontan un análisis casi «calderoniano» de los problemas existenciales.
El grupo «Caterva», de Gijón, ha denunciado con su Don Juan Tenorio la falocracia de la sociedad. Buen trabajo crítice que coincide, curiosamente, con las viejas fechas tradicionales del machismo zorrillesco. Trabajo acusatorio, contundente y sin matices.
El grupo «Internacional» de teatro, formado por gentes de casi toda el área de expresión castellana, presentó una glosa propia sobre el bien conocido texto de Jordi Teixidor El retablo del flautista. El nuevo título, Ratas y rateros, ya indica una profundización y simplificación- del trabajo. El humor evita el énfasis. La sencillez potencia el disparo.
El grupo «Teloncillo», de Valladolid, ofreció su Ensalada de bandidos, montaje de todo un proceso de búsqueda de un teatro infantil. Sorprendente e interesantísimo informe. Un trabajo que junto con Tris, tras, triquitrás, de «Jincacha», de Madrid, está explicando la atención que la sala Cadarso concede a las representaciones infantiles. Ambos espectáculos contienen una auténtica indagación -y no sólo formal- sobre los medios y necesidades de un teatro para niños.
Esta amplísima programación, con sus desequilibrios, sus limitaciones, sus ingenuidades y hasta sus mimetismos y copias, constituye una valiosísima antología de los esfuerzos que los « independientes » andan haciendo para bien del teatro. Da escalofrío pensar que tienen que inventar autores, crear actores, formar directores y fabricar público. Y, sin embargo, lo están haciendo. Gracias, sin duda, al hecho de asumir una responsabilidad teatral y otra social o política. Ni un solo espectáculo «evasionista» ha comparecido en la Muestra. Sus gentes se sientes primero ciudadanos y despues actores. Es fácil adivinar de dónde vienen sus problemas y a dónde alcanza su gloria.
Babelia
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