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Energía solar No es una utopía para España

El continuado esfuerzo de los sectores refractarios al buen uso de la energía solar va logrando que la imagen que de ella se ofrece a la opinión pública sea absolutamente falsa e invite, así, a dejarla «para después», porque «aún es cosa de futuro».La inmensa mayoría de las evocaciones, orales o impresas, de la energía solar y «su futuro» pretenden, precisamente, negárselo a través de la exposición insistente de teorías, hipótesis y proyectos descabellados, imposibles de ser acometidos con medios ordinarios. Toman cuerpo, en este orden de cosas, los increíbles diseños de los fantasmagóricos satélites orbitales que, girando en situación estacionaria a miles de kilómetros de la tierra, reciban y transmitan la energía solar ininterrumpidamente. En este caso el reenvío a los consumidores terráqueos habría de realizarse mediante haces de energía por microondas... Pero corren por ahí especies todavía mas apabullantes, como las que aluden a la lupa estratosférica que, recibiendo en su lente gigante los rayos solares éstos fuesen a parar, concentrados, a una estación receptora y distribuidora en nuestro planeta... Evidentemente, nada de esto tiene que ver con la solución solar como tal, orientada a cubrir necesidades energéticas. Es solamente una sarta de disparates para despistar y alejar el momento de las aplicaciones útiles.

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La actitud oficial en ésta y otras materias energéticas alternativas es indefectiblemente esta: Todo eso es cosa de futuro; ahora, sólo la energía nuclear nos puede proporcionar centrales de 1.000 megawatios...

A nivel general, la adopción de criterios sensatos para el aprovechamiento solar exige:

- Desterrar la idea del gigantismo y la rentabilidad de las economías de escala.

- Acudir a soluciones a nivel doméstico, fundamentalmente.

- Abandonar las políticas económicas que esquilman los recursos y pudren la tierra.

- Aceptar el principio -por lo demás, perfectamente «revolucionario»- de que la energía no tiene por qué ser ni cara ni escasa.

En nuestro particular calvario ibérico se necesitaría:

Abandonar los grandes complejos energéticos y multiplicar los centros de producción de reducida escala.

Lanzar planes de construcción de viviendas solares, nuevas o adaptadas al aprovechamiento o el aislamiento.

Establecer los criterios de independencia y autoabastecimiento sin fraudes ni presiones.

Nacionalizar el sector eléctrico, principal enemigo de toda solución racional energética, una vez que se haya nacionalizado la política energética.

Plan Energético

El Plan Energético Nacional (PEN), como auténtico disparate, ha de ser transformado (de hecho, ni se cumple ni se cumplirá). En su lugar cabría establecer un esquema gula de distribución de fuentes energéticas, sustancialmente distinta a la «promulgada». Pero tomando, para un corto período hasta 1985, los datos elaborados por el Ministerio de Industria, el juego de porcentajes en la demanda de energía interna sería:

Por energías alternativas aprovechables en esta primera fase, hay que entender la solar, eólica y geotérmica. Hacia 1985, el reparto podría ser, respectivamente, del 3,1 y 1%, con un total equivalente de 7,5 millones de tec (toneladas equivalentes de carbón), en un consumo global de unos 150 millones. Para 1990 la participación de estas fuentes habría crecido hasta el 10% (20 millones de tec), con predominio parcial de la componente solar. De esta forma, con inversiones mínimas, pero con raciocinio, las fuentes nacionales mantendrían una importancia creciente, básicamente, aprovechando el poder energético del Sol.

La principal aportación del Sol sería la de suministrar calor doméstico, frenando poco a poco la invasión absurda de la calefacción eléctrica; en áreas rurales las aplicaciones serían muy numerosas, aunque, según la lógica oficial, el flamante Plan de Electrificación Rural no dice una palabra sobre esto. Mientras se extendiesen estos usos podría avanzarse en logros industriales, con la instalación de centrales térmicas solares, siempre de pequeña envergadura. La filosofía que subyace en las energías alternativas, inagotables y gratuitas, es la del aprovechamiento no industrial, reducido, independiente, contrario al complicacionismo.

-Con un mínimo de sentido común, la presencia de la energía solar en extensas regiones de España habría de ser inmediata. Pero aun esto supone la transformación total de la política energética oficial, caracterizada por desarrollarse entre un cúmulo de desvaríos por la influencia del sector eléctrico. De ahí que cualquier amenaza sobre intereses tan firmes sea reconvertida en cosa de futuro, de utopía.

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