El Gobierno británico pide ayuda a todos sus aliados
En dos reuniones separadas, el Gobierno británico pidió ayer consejos y dinero a sus grandes aliados internacionales. En Bruselas, Denis Healey, ministro de Hacienda, se dirigió a sus colegas del Mercado Común para que contribuyeran en la lucha que Gran Bretaña sigue para equilibrar su balanza de pagos. En Londres, los enviados del Fondo Monetario Internacional (FMI) comenzaron la serie de entrevistas con representantes oficiales del Gobierno británico, quienes no sólo han insistido en su necesidad de contar con los 4.000 millones de dólares que el Reino Unido ha solicitado, sino que también han pedido consejos al FMI sobre el método que deben seguir para resolver los problemas económicos con los que se enfrenta este país.Gran Bretaña está dispuesta a reducir su programa de gasto público, siempre que un recorte de esa naturaleza no le haga perder al Gobierno laborista la credibilidad que le queda en algunos sectores del país.
Londres considera que éste es el momento más indicado para escuchar los consejos del FMI y establecer la estrategia económica futura de acuerdo con ese organismo internacional, de cuya ayuda depende, en buena medida, la fortaleza de la libra esterlina.
El Gobierno está dispuesto también a introducir un programa de impuestos que podría resultar impopular de cara al país, pero que sería esencial si se quiere enjugar el déficit que ahora se observa en el presupuesto general del Estado. Se piensa que en el próximo año financiero, Gran Bretaña presentará un déficit de 11.000 millones de libras, un panorama que sólo se resolvería, se piensa en el Ministerio de Hacienda, recortando sustancialmente el gasto público y nutriendo del modo más razonable las arcas del Estado.
Lo que la izquierda le pide al Gobierno que haga para compensar la balanza de pagos y quitarse de encima sus números rojos es un control estricto de 14 importación. La solución ha sido estudiada incluso por el primer ministro, quien la ha desechado y ha ofrecido a cambio un programa de controles selectivos que no dañen las buenas relaciones comerciales que el Reino Unido mantiene con sus aliados económicos y políticos.
El Fondo Monetario Internacional tampoco va a apoyar esa política de restricciones de la importación, lo cual ha tranquilizado a muchos exportadores, entre ellos numerosos españoles, que velan como una amenaza inminente la introducción de unas medidas tajantes en ese sentido.
La presencia de los enviados del Fondo Monetario, que en Gran Bretaña se ve como la de ángeles salvadores de una economía dramáticamente deficitaria, coincide con uno de los momentos más graves del Gobierno laborista, que después de haber perdido dos elecciones parlamentarias se halla en los Comunes con una mayoría total de un sólo voto, que anoche le ponía especialmente difícil una votación en la que se decidía el futuro de cinco leyes de carácter socializante que los lores han enmendado. Anoche tenían que votar los Comunes si permitían o no que el Gobierno impusiera el método de la «guillotina» para limitar el tiempo de debate de estas leyes. Del resultado de esta votación, que los laboristas esperaban ayer que fuera favorable, depende en buena parte la supervivencia de la Administración actual.
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