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Tribuna:DIARIO DE UN SNOB
Tribuna
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La "cola" del autobús

Estaba yo en la «cola» del autobús que con la cosa gripal no me había enterado de la huelga, y en esto que llega Cayetana de Alba para pedir la vez.-Tú eres Umbral. Pitita me ha hablado mucho de ti y tenía ganas de conocerte.

Rayos, me ha conocido pese a la bufanda, que tiene los colores de la revoluçao portuguesa. La llevo por la gripe, que todavía me dura, porque la revoluçao no duró nada. En esto que llega Teresa Cavarrocas, procedente de la Instancia Unitaria de Barcelona:

Tenemos un viaje a Israel para conocer a Golda Meir. Estás invitado.

-De nada. Dale número a Golda y dile que tiene delante a Gina Lollobrigida y a Cayetana de AIba. Aunque no sé si podrá espera porque las hebreas son muy ardientes.

La «cola» va engrosando y se pone muy animada. No hay que perdese nunca las grandes colas nacionales: la de la vacuna, la del aceite, la del autobús. La «cola» es nuestra forma natural de asociación Cuando se sacaron lo de la familia, el municipio y el sindicato, se les olvidó la «cola». Por cierto que hay. gente que entretiene la espera leyendo el libro del general Salgado-Araújo. Por ejemplo Willims Shakespeare. Le pregunto su opinión:

-Es un relato lleno de ruido y furia, contado por un tonto.

El tonto debe ser Salgado-Araújo, pero no me atrevo a preguntar. Ahora viene Tico Medina a la «cola» y aprovecha para filmarme con la bufanda y la barra de pan, para la tele. Si la bufanda, por sus colores, fue el símbolo de la revolución portuguesa, la barra de pan -desde lo de Moratalaz- va siendo el símbolo de la revolución española. Ahora pide la vez Marcelino Camacho, que viene del homenaje que le han prohibido en el Ateneo.

-¿No querían ustedes democracia?- salta ese señor de derechas que hay siempre en las «colas»- Pues toma democracia. Todos los autobuses en huelga.

. -Ya han vuelto ustedes a conundir la democracia con una huelga de autobuses-, le digo- muy puesto yo en demócrata.

Y me chupo los dedos denocráticamente, de frío.

-Pues, con Franco, los autobuses andaban.

-Lo que no quiso prever Franco es que en cuanto él muriese dejarían de andar.

Camilo José Cela, que está en Jadrid dando conferencias, se pone a la «cola» y me dice que podíamos ir metiendo mano a las damas de la «cola», para entrar en calor. Llega Miguel Picaso, el director de cine. y me cuenta entera su película El hombre que supo amar. La cuenta en technicolor, o sea que queda bonita.

-¿Estamos esperando el autobús o esperando a Godot?

-Estamos esperando la democracia, pero no llega.

-Dice que la traen los militares.

-Eso son los autobuses.

Llega Otero Besteiro y le regala a Cela un gran falo escultórico. Llega María Cuadra con el pelo a lo hospiciano, como lo llevan ya Pilar Velázquez y Agatha Lys.

-Es que me lo han quemado en la peluquería.

La última moda es quemarse la cabeza en la peluquería. Llega Saritísima y se abre el visón:

-Muá, muá. Mira cómo me han dejado la línea.

Esbetísima. La «cola» va -degenerando en un cóctel del Hola. Todo en España degenera en un cóctel del Hola. Ya dice el general Salgado, en su libro, que Franco metió mucho lujo y mucho boato. Somos la gran «cola» de España a la espera del autobús de la democracia. Llega Jaime Camino y nos cuenta Las largas vacaciones del 36. Con la película de Picazo, ya tenemos programa doble. Llega Mari Francis con Yes, la revista de Javier Godó:

-Mira, la censura ha arrancado las páginas de mi desnudo.

La «cola» está ya animadísima y no parece una «cola». Dicen que allá por Cuatro Caminos se ha visto un autobús en servicio. Pero de la democracia ni rastro.

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