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Comunistas y socialistas italianos criticarán juntos el plan Andreotti

Por primera vez en lo que va de legislatura se entrevistaron el viernes durante cuatro horas los secretarios políticos del Partido Comunista, Enrico Berlinguer, y del Socialista, Bettino Craxi. Los temas fueron la política económica de austeridad, el aborto, el Concordato y minimizaron los roces entre socialistas y comunistas en las juntas locales.

Ambos líderes, con mucha cortesía, han definido el coloquio como «útil y provechoso», pero políticamente se podría decir que, si para el socialista Craxi el encuentro ha sido útil, para el comunista Berlinguer ha sido utilísimo.Casi enfadado, Craxi replicó a un periodista: «No es posible que siempre que me entrevisto con Romita (el secretario socialdemócrata) se evoque al fantasma de la unificación y siempre que me entrevisto con Belinguer se evoque el del frente popular».

He aquí el nudo gordiano en la unidad de la izquierda. A entrambos líderes les ha interesado subrayar que dicha unidad existe; es decir, que ni los socialistas superarán por la izquierda a los comunistas, ni éstos harán el «compromiso histórico» con la Democracia Cristiana, pasando por la cabeza de los primeros.

Berlinguer tiene que reconocer que los socialistas tienen una mayor capacidad de maniobra, cuando se trata de temas capaces de movilizar el «frente laico» contra la Democracia Cristiana. Por ejemplo, en el tema del aborto. Sobre esta cuestión, Berlinger ha estado cauto y, de un modo o de otro, quisiera «implicar» o sacar del aislamiento a los democristianos. Por lo pronto, Berlinguer dice que «no es negativo» el hecho que la Democracia Cristiana presente un propio proyecto de ley.

Por lo demás Berlinguer, ha dado razón a Craxi en cuanto a la imposibilidad de realizarla propuesta de De Martirio, reiterando que quiere «una coalición de Gobierno verdadera y propia», y no prestar un apoyo externo, por muy orgánico que sea, a un «bicolor» de socialistas y democristianos. Craxi, por su parte, insiste en que por ahora ni hablar de un retorno a Gobierno con la Democracia Cristiana. Los socialistas tornarían, sólo a condición de no romper con las izquierdas.

Ha habido coincidencia de fondo en cuanto al problema del Concordato. Comunistas y socialistas quieren su revisión, pero no la abrogación. Sobre el tema, adoptarán una línea común de réplica al Gobierno, cuando éste, después del 18 de noviembre próximo, se pronuncie en el Parlamento.

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En definitiva, lo que más les molesta a Craxi Y Berlinger. pero sobre todo a este último, es el silencio de la Democracia Cristiana. La Democracia Cristiana brilla por su ausencia en los debates parlamentarios. Por eso Berlinger quiere contactos «periódicos y orgánicos» durante la acción del gobierno de Andreotti.

En conclusión, en una situación política que Craxi define (le incertidumbre alarmante, el papel de auténtica oposición pasa casi automáticamente al republicano Ugo la Malfa, el más severo de todos en pedir al país austeridad. Los socialistas reunirán el 8 de noviembre su Comité Central y la semana que viene expertos económicos socialistas y comunistas concertarán las correcciones comunes que aportar al programa de Andreotti, cuando se discuta globalmente en el Parlamento.

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