María Rosa, en la Zarzuela
Dentro del V Festival de Danza, el Ballet de María Rosa ha representado a España.La compañía de María Rosa demostró tener altura y gran profesionalidad. Su espectáculo es muy digno y cuidado en todo momento.
Lo mejor sin duda corresponde a los números breves de inspiración popular, que constituyen un espectáculo ágil y variado, con coreografías de gran colorido y gusto general en luminotecnia y vestuario.
Así, cabe destacar las suites de danzas vascas, gallegas, catalanas y aragonesas, sobre música de Ruiz de Luna, con el único peligro de caer en un cierto amaneramiento (danza de Castelltersol, Paso a dos, etcétera)
La transposición de lo popular a lo culto, sin que el folklore pierda su esencia, es un proceso complejo que exige una personalidad verdaderamente genial: es el caso en literatura de Lope de Vega, de Lorca, de Alberti; en música de Bocherini, de Albéniz, de Falla. Pero esto sucede contadas veces en la historia, y es bastante cuando se intenta el que los resultados sean dignos. Así lo fueron en el caso de Bolero y Asturias, de Albéniz, o en la Boda de Luis Alonso, e incluso en la peligrosa Danza de La vida breve, salvada ésta con especial acierto en la luminotecnia.
Mucho menos logradas fueron las interpretaciones de Granados y Bretón con poco interés coreógrafico y amaneramiento general.
EspeciaImente acertado fue el recurrir a una cierta ambientación dieciochesca, como en la Evolución de la escuela bolera o en la Mascarada soulstina.
El ballet Pasión Gitana, inspirado en las lorquianas Bodas de sangre, no conserva prácticamente nada de la obra del poeta granadino. Esto es lógico desde el momento en que falta la palabra hablada. Pero, además, falta el sentido de la medida del poeta, o su mundo irracional, o sus símbolos, o el purismo de su interpretación del folklore, por lo tanto, de Bodas de sangre sólo quedan unos nexos argumentales de escaso interés. Por otro lado, la labor de Ruiz de Luna, valiosa en el campo del folklore, no tiene entidad suficiente en este caso. Fue lo más flojo de ambas noches.
La parte dedicada al flamenco anduvo por debajo del resto. Se trata de un género del que se ha usado y abusado tanto, que es siempre dificil de abordar. Las coreografías fueron pobres y el trabajo de luces y vestuario, inferior, aunque las labores individuales fueran buenas resultó esta parte falta de unidad.
María Rosa dejó patente su profesionalidad y buen gusto. Abordó todos los géneros con maestría. Muy bien con las castañuelas y en el zapateado (del que se abusó en general).
Lo mejor de ambas noches estuvo en la parte dedicada a Aragón. La aparición de Pedro Azorín confiere una fuerza al espectáculo que sólo el verdadero folklore puede conseguir. Azorín, además de excelente jotero, es coreógrafo de gran gusto: sus números fueron una delicia.
Lo musical no pasó de un nivel digno.
Babelia
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