Protesta española por la actuación del Gobierno francés

Ayer fueron enterrados en Madrid dos de los policías de la escolta del presidente de la Diputación de Guipúzcoa, Juan María de Araluce, muertos en el atentado que costó la vida a cinco personas el pasado lunes, en San Sebastián. Los restos mortales de Luis Francisco Sanz y Antonio Palomo llegaron en la madrugada de ayer a Madrid, y durante toda la noche fueron numerosas las personas que acudieron a la capilla ardiente instalada en la Dirección General de Seguridad.Por la mañana se celebró una misa de corpore in sepulto, a la que asistieron el ministro de Gobernación y altas autoridades. Posteriormente, los féretros fueron sacados a hombros por sus compañeros y conducidos a pie hasta la calle Atocha, donde se rezó un responso. Miles de personas se sumaron al cortejo fúnebre, al que siguieron, en una gran mayoría en silencio. Sólo un reducido grupo intentó romper este silencio prorrumpiendo gritos de vivas a la Policía y pidiendo la dimisión del Gobierno, pero fue de inmediato invitado a callar por el gran número de policías presentes.

Los restos mortales de Luis Francisco Sanz fueron inhumados en la Sacramental de San Justo, y los de Antonio Palomo en el cementerio de Vallecas, en medio de un ambiente tenso y patético.

Por otra parte, la rama militar de ETA-V Asamblea celebró ayer una rueda de prensa en el sur de Francia, en la que volvió a reivindicar el atentado como «un acto de justicia revolucionaria». En relación con este hecho, el ministro de Asuntos Exteriores convocó ayer al embajador de Francia en Madrid, para formular en nombre del Gobierno, español la más enérgica protesta por haberse permitido la celebración de esta rueda de prensa, lo que «viola las más elementales normas de Derecho Internacional y la propia legislación francesa sobre actuación política de los extranjeros en su territorio".

Información en págs. 8 y 44