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El aborto promueve otra vez manifestaciones y debates en Italia

Ayer tarde, en la plaza de la Señoría, de Florencia, ante la atónita mirada de los turistas de última hora, sobre todo anglosajones, un nutrido grupo de radicales y feministas se ha manifestado contra la detención de los militantes del CISA (Centro de Información sobre Esterilización y Aborto).

Días pasados, dos magistrados católicos de Florencia, tras denuncia presentada hace dos meses por un joven cuya novia se había sometido a aborto, detuvieron al ginecólogo Giortio Conciani, de cuarenta y seis años, y a siete exponentes del CISA. Es la cuarta vez que Conciani va a la cárcel por su actividad ilegal. Según precisó un directivo del CISA, los abortos facilitados por la organización serían unos 150.000 al año. Se paga una aportación de 5.000 pesetas y se interviene gratis, cuando no existe posibilidad económica. El personal, aunque no médico, es especializado en el fácil método Karman, por aspiración o ventosa, que se aprende en clínicas francesas o inglesas, donde se denomina Self Help o autoayuda.

Tres millones de abortos

Las detenciones de Florencia han sido la chispa que ha prendido fuego al polvorín, no sólo alertando de nuevo a la opinión pública, sino poniendo en movimiento la máquina parlamentaria, que a su apertura, el 27 de este mes, no podrá ignorar el problema. En un país donde se calcula que se practican tres millones de abortos al año (últimamente sólo el CISA de Florencia hacía 200 por semana), se tiene conciencia colectiva de que es necesario de un modo u otro encontrar una solución.Por lo pronto han comenzado las manifestaciones desde Roma a Milán, las autodenuncias, el bombardeo graneado de manifestos, comunicados, declaraciones y algún que otro comicio. En Milán un grupo de 31 radicales se ha autodenunciado por aborto. El magistrado apuntó los nombres, sin detener a nadie. En Roma, unas 200 mujeres han gritado ante el Parlamento: Si Berlinguer tuviera que abortar, el aborto sería ya ley.

Difusión de la píldora masculina

Los líderes radicales, Marco Pannella, Adele Faccio, Emma Bonino, el secretario Spadaccia están preocupados ante el posible intento de sustraer el debate sobre el aborto a la Cámara para llevarlo al Senado, donde por falta de radicales y demoproletarios, la formación antiabortista es más fuerte. La batalla radical y de las feministas, y de la Unión de Mujeres Italianas (UDI) supera el objetivo del aborto, que, aunque legalizado, constituye siempre una violencia que la mujer se ve obligada a sufrir. Aspira a la difusión de los contraconceptivos, incluso masculinos, a un conocimiento del propio cuerpo, a una sexualidad fin en sí misma, sustraída a la condena de la reproducción. En toda Italia funcionarían ya unos 80 consultorios autogestionados, que estos días están preparando en Roma un proyecto de ley.

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