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El enigma sobre la vida en Marte, a punto de esclarecerse

Un gran hermetismo científico rodea el resultado de las investigaciones que intentan averiguar si en Marte hay vida o no. Frente a las preguntas insistentes del ciudadano medio y de los informadores que quieren una respuesta clara a la pregunta, los científicos de Pasadena posponen esa respuesta, pero lo paradójico es que el resultado del enigma quizá se pudiese obtener con los datos que ya han llegado a la Tierra.

Los resultados de los experimentos del «Viking-1» produjeron una extraña mezcla de desencanto y sorpresa. Desencanto porque ningún signo evidente y rotundo de vida fue detectado. Sorpresa por que las reacciones químicas que tuvieron lugar en los laboratorios internos del «Viking-1» mostraron una química que difícilmente se explica, si no es en el seno de seres vivos y aún en estos tampoco se explica bien.

Puestas así las cosas, los científicos aseguran que sólo existe una vía para solucionar el misterio: investigar. Durante semanas se van a repetir una y otra vez experimentos en laboratorios terrestres donde se están creando unas situaciones similares a las que se supone que se dan en el planeta rojo.

De momento lo que existe es gran confusión. El origen de todo está en uno de los experimentos básicos que se llevaron a cabo en el «Viking-1 ». Allí daba la impresión de que estaban sucediendo fenómenos que la ciencia bioquímica califica de metabolismo oxidativo. Se añadieron unos productos radiactivos a la materia del suelo marciano precursores, según la denominación bioquímica, que en presencia de materia viva experimentan una transformación.

Lo que sucedió en Marte, motivo desencadenante de una gran ilusión en los investigadores, es que gran cantidad de precursores eran transformados por la materia marciana, lo que es un signo probable de que esa materia contenía muchas enzimas vivientes. Sin embargo, al añadir más precursores, mientras la materia viva ordinaria es capaz de seguir transformándolos, en Marte dejaba de producirse la reacción primera. ¿Explicación? Allí no había enzimas ni materia viviente, sino que estaban teniendo lugar reacciones como las que experimentan ciertos peróxidos.

La prudencia de los investiga dores aconsejó entonces callar y repetir muchas veces la experiencia en Tierra antes de emitir un dictamen sobre lo que ocurre en la materia marciana. Se han cogido todos los datos enviados a la Tierra y ahora es cuando se está procediendo a la construcción de sistemas de «Marte simulado», que van a permitir sacar jugo a esos datos. Quizá la solución esté ya ahí, en esas tablas de datos y sea sólo una elaboración científica de los datos lo que falta.

La llegada del «Viking-2» a una zona más al Norte, ofrece posibilidades espléndidas de análisis ya que es mucho más probable la existencia de agua —clave para la vida—, en la llanura de Utopía que en la de Chryse. Se ha jugado en la operación del descenso del «Viking-2» con dos factores esenciales en toda investigación: seguridad y riesgo. Si se escogían zonas que aparecían en las fotografías surcadas por líneas o manchas había posibilidad de encontrarse con reas o irregularidades donde es más probable que se produjese la vida. Si se escogían otras más uniformes la seguridad en el descenso sería mayor, pero las posibilidades de encontrar vida menores.

Se desestimaron, por ejemplo, zonas atravesadas por líneas regulares que no se sabe lo que son, pero que podrían ser fallas paralelas y sobre las que el descenso podría ser accidentado. Enviando señales de radar que no se reflejan igual en superficies en terrenos rocosos que en terreno arenoso, se pudo escoger al fin esa llanura de Utopía donde una nueva tanda de investigaciones va a comenzar.

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