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Reportaje:

Tom Keating: un nuevo hombre para las falsificaciones de arte

Juan Cruz

Una casa de Vilaflor, Tenerife, ha sido el escenario de uno de los ejercicios de imitación artística más sensacionales de los últimos tiempos.El imitador es Tom Keating, un pintor inglés que vivió en Los Cortados, barrio del pueblo de Vilaflor, en el sur de la isla de Tenerife. Con su compañera. miss Kelly, Keating se dedicó allí a la restauración, a su propia pintura y a la imitación de originales de Degas, Constable y Samuel Palmer, entre otros.

El descubrimiento de la personalidad del imitador se ha hecho tras la controversia habida en Londres sobre la aparición en el mercado de una serie de obras atribuidas al pintor clásico inglés Samuel Palmer, que al parecer habían sido pintadas en realidad por Tom Keating.

Keating dejó de vivir en Tenerife hace unos meses. Pasaba largas temporadas en la isla, alejado de todo el, mundo artístico provincial y encerrado en la tarea de preparar su obra y de imitar la de los demás. Nosotros lo conocimos en Londres hace algo más de un año, cuando aún vivía con miss Kelly y se preparaba para volver a Canarias. Con él recorrimos varias galerías de Bond Street, el centro del mercado del arte londinense, y almorzamos en un pub. Entonces jamás habló de sus ocupaciones. Era, eso sí, un artista con todas las características de un bohemio, un ser inteligente y un observador implacable del arte.

Mientras vivió en Tenerife, Keating volvía con mucha frecuencia a la capital inglesa, para traer su obra, para comprar materiales y para ver exposiciones. En el encuentro que tuvimos en Londres, y que se produjo por mediación de un pintor español, Tom Keating nos llevó a una muestra de arte maya que le resultó fascinante. Las obras de arte moderno que había en los escaparates de Bond Street le parecían, cuando menos, poco serias.

Keating lleva más de veinte años haciendo imitaciones. Según cuenta Geraldine Norman, la periodista del Times, los amigos de Keating destacan su habilidad para evitar que sus imitaciones sean simples copias. En cierto modo, Keating se transfigura, se mete en la piel del pintor cuya obra imita y consigue resultados sensacionales.

Lo que es cierto también es que las imitaciones de Keating han despistado también a muchos compradores de arte, que han adquirido cuadros hechos quizá en Vilaflor como genuinas muestra del arte paisajístico inglés, o como ejemplos tardíos del impresionismo francés.

En la información publicada ayer se revela que algunas de las imitaciones de Keating fueron vendidas en Londres por su compañera, miss Kelly, con la que ya no vive. Miss Kelly siempre presentaba con las pinturas un árbol genealógico probable. Según ella, las pinturas habían sido llevadas en el siglo XIX, por ejemplo, a Cylon, por comerciantes de té, y adquiridas allí por uno de sus antepasados, de quien las había heredado. Con el dinero obtenido con la venta de estas pinturas compraron la casa de Los Cortados, en Vilaflor.

La pareja fue siempre muy bien apreciada por sus vecinos, cuando vivían en Londres, dice la periodista de The Times. Cuando nos los encontramos en Inglaterra hablaban con entusiasmo de su estancia en Canarias. Vilaflor es el pueblo más alto de España. Ese dato y el carácter de la gente de aquel lugar le encantaban a Keating, que por lo que pudimos observar se entusiasmaba por muy pocas cosas.

Ni siquiera se mostraba entusiasmado por el dinero, a pesar de que «sus» pinturas clásicas llegaron a venderse en el mercado londinense a precios altísimos. En cierta ocasión, una galería recibió un cuadro por el que se pedían 100.000 libras y que según parece había sido pintado por Keating.

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