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En Berlín, el acusado se convierte en acusado

, El Berlín oriental amenaza; el acusado se convierte en acusador. Este podría ser el denominador común le la respuesta oficial del Berlín oriental a la repulsa unánime contra la muerte del comunista italiano Benito Corghi, muerto a tiros en la frontera interalemana hace pocos días. A la protesta de Bonn, la República Democrática Alemana (RDA) ha respondido, como ya, viene siendo habitual, con amenazas. Según un editorial publicado en el Neues Deutschland, órgano oficial del Partido Socialista Unificado de Alemania oriental, «la República Federal de Alemania insiste en su campaña difamatoria, en sus provocaciones», lo cual podría acarrear una serie de consecuencias graves para el tráfico de personas entre la RDA y la RFA. O sea, que la RDA, podría verse obligada a limitar y entorpecer la comunicación entrelas dos Alemanias. En el comentario del Neues Deutschland se hace responsable el empeoramiento de las relaciones entre los dos Estados a la República Federal por su supuesta «campaña propagandística masiva en los medios de comunicación» del país.Helmut Kohl, el líder de la de.mocracia cristiana de Alemania Federal y candidato a la cancillería, insiste en que su partido en caso de ganar las próximas elecciones generales, procedería a "sanciones económicas" contra Alemania oriental.

Oposición a las sanciones

Estas sanciones económicas no serían otra cosa que la supresión de algunos créditos y restricciones en el comercio exterior. Pero el portavoz gubernamental, Gruenewald, afirmó que su Gobierno no está dispuesto a adoptar tales medidas, ya que con ello se pondría en peligro las vías de acceso al Berlín oeste, amén de no proporcionar ven. taja alguna. El ministro federal d( Asuntos Exteriores, Hans-Dietrict Genscher, presidente del Partido Liberal, volvió a recordar en sus primeras declaraciones que el problema de la frontera entre las dos, Alemanias debería ser objeto de una «discusión a nivel internacional»; es decir, que habría que crear una plataforma en las Naciones Unidas con el fin de impedir en el Futuro las «violaciones de los derechos humanos» por parte de los policías populares de la RDA.

¿Qué pretende el Este?

Lo que no se comprende a ciencia cierta es lo que el Berlín oriental pretende. Según algunos comentaristas, los líderes de la otra Alemania no han sabido digerir el golpe que se han asestado a sí mismos. Por temor a la opinión pública en su país, todavía enfebrecida por los éxitos de sus atletas en la Olimpíada de Montreal, han buscado en le político una salida en falso. En lugar de reconocer un error, producto de un sistema, acusan a la víctima. o con las palabras de un conentarista: «El culpable no es el asesino, sino el asesinado.» Parece incuestionable que el deterioro de as relaciones entre Bonn y el Berlín oriental tendrá consecuencias en la opinión pública de la República Federal. Ahora bien, sería posiblemente erróneo llegar a la conclusión de que se aproxima el fin de la oskpolitik. A la para muchos malhadada obra de Willy Brandt no se la puede conceptuar aisladamente como patrimonio exclusivo de la República Federal. Quiérase o no, constituye una pieza clave en la política general de los occidentales frente al mundo socialista. Ha recibido un golpe duro, ciertamente. Pero, por el momento, nada más.

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