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El mayor espectáculo del mundo

De todos los festivales de jazz que en el mundo, existen, el más importante, por su espectacularidad, intenciones y montaje, es el de Newport, que desde hace unos años se celebra en Nueva York. Su productor, Reorge Wein, tuvo que enfrentarse este año al desastre financiero que una mala programación le proporcionara el año pasado. Y lo resolvió de manera tan perfecta que hasta los músicos que lo han venido boicoteando sistemáticamente, creando en las mismas fechas un festival paralelo, han debido reconocer que los grupos y solistas presentados en 1976 eran de una calidad tan excelente como para calificarlo como el mejor de todos los festivales organizados por este equipo.

Newport-New York se ha convertido otra vez en el mayor espectáculo del mundo del jazz y ha permitido a los aficionados el escuchar al pianista Keith Jarrett actuar al frente de una orquesta de cuerda formada por 30 instrumentistas, procedentes todos ellos de la Orquesta de Cámara de San Pablo, dirigidos por Dennis Russell Davies, o ver al veterano trompeta Dizzy Gillespie enfrentarse a una masa coral de más de 100 cantantes de godspel dirigida por su viejo amigo John Motley, y cantar con ellos dos versiones, con arreglos propios, de A night in Tunisia y de Olinga, esta última con más de veinte minutos de duración.

En un espectáculo como éste hubo también sus espantás: Miles Davis, que tenía que comparecer en una retrospectiva dedicada a Herbie Hancock y en la que se iban a reunir los músicos del grupo del trompeta de la década de los sesenta, no apareció y tuvo que ser sustituido por Freddie Hubbard.

Hubo también fallos en el aspecto técnico, ya que la mayor parte de los conciertos adolecieron de problemas de sonido, lo cual es asombroso en un país que se caracteriza por recoger el sonido en directo con la misma fidelidad y limpieza que en un estudio de grabación.

En la imposibilidad de citar a todos los grupos que actuaron en este monstruo, nombremos a aque

llos que crearon los grandes momentos: Sarah Vaughan, quejugó con el público al frente de su trío, o de la orquesta de Marty Paich, que la acompañó; al quinteto de Lee Konitz y Warne Marsch, acompañados por el pianista Bill Evans; al cuarteto de Thelonlous Monk; al grupo de Herbie Hancock, que no tenía riada que ver con el que una semana después iniciaría su gira europea y actuaría en España; a Freddie Hubbard, el músico que más veces actuó en el Festival, con tres apariciones, y a Rahsaan Roland Kirk y sus muchos invitados.Y como colofón: un concierto al aire libre en la calle 52, en la que se habían instalado tres escenarios distintos, en los que tres grupos tocaban a la vez. Supongo que, en aras de la claridad de la música, los escenarios estarían a distancia conveniente. Y mientras tanto, la orquesta de Count Basie tocaba en el Roseland Ballroom para todos aquellos que preferían la comodidad. Un año más del mayor espectáculo del mundo. Y todavía hay quien dice que el jazz se está muriendo.

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