Nombres e inscripción judicial

De los tres nietos que tengo nacidos en España, a dos de ellos, en el momento de la inscripción judicial al nacer, no les pudieron poner sus padres el nombre que deseaban, bajo el arbitrario alegato por parte del funcionario de turno de que no eran nombres registrados en el santoral español.En las dos ocasiones se produjeron fuertes altercados entre mi hijo, que como padre de los niños defendía su indiscutible derecho a poner les el nombre deseado por el matrimonio, y la sinrazón de unos oficiales de juzgado, de un régimen que toleraba la injerencia eclesiástica hasta los niveles de anular el derecho de todo progenitor a poner el nombre que para sus hijos deseara.

Pero como la férrea voluntad de las personas también cuenta, diré que mis dos nietos, por encima de la cerrazón que representan tan absurdas imposiciones, se llaman y no atienden en la escuela, ante la familia o amigos, nada más que al nombre que se deseó darles desde su nacimiento, nombres de los cuales nos sentimos orgullosos por su significado, y con la ilusión de que ellos hagan honor con su conducta futura al simbolismo de belleza y amor por la libertad que representan.

Ambos nombres, Armonía y Espartaco, ¿acaso atentan a la moral? Hoy, cuando la Iglesia tanto habla de " libertad religiosa, de respeto a los no creyentes, de los derechos inalienables de la persona, ¿cómo se puede anular de las partidas de nacimiento unos nombres que no se deseaban y sustituirlos por los que se pretendían?