La emigración y los problemas campesinos, una constante en la jornada de don Juan Carlos
La presentación de Comisiós Campesiñas (CCCC) ante el Rey y las constantes referencias a la emigración han sido los dos aspectos más destacados en la cuarta jornada de los Soberanos en Galicia.Precisamente al más ilustre emigrante gallego, Castelao, muerto hace un cuarto de siglo en el exilio, se debe la frase reproducida en una de las primeras pancartas que recibieron a la comitiva real: «Juan Carlos, os galegos non piden: emigran», decía en grandes caracteres el cartelón que cruzaba la carretera de Santiago a Orense, a la altura de Lalín.
De Orense al corazón del Ribeiro, comarca que produce el más famoso vino gallego, el ambiente ha sido en líneas generales más cálido que en jornadas anteriores. El hielo fue roto el lunes por los obreros, de la Citroen viguesa, y a partir de ese momento todo parece más espontáneo.
En el estudio preparado por la Diputación orensana sobre la situación socioeconómica de la provincia, que entregó al Rey David Ferrer, presidente de la Corporación, se alude insistentemente a la emigración. A la emigración se refirió Jaime Dávila, alcalde de Ribadavia: «Es doloroso observar cómo estos campos se quedan muertos y yermos por falta de brazos, cuando tierras ajenas se enriquecen gracias al esfuerzo y al sudor de nuestros propios hombres ».
Los traumas que ha producido esa sangría humana, fueron el tema central del discurso de Miguel Riestra, alcalde de Orense, que habló también de «la concentración de ahorros de nuestros emigrantes, que de aquí fluyen a otras provincias o regiones, capitalizan otras explotaciones agrarias y fabriles, creando puestos de trabajo e industrias, de las que aquí estamos tan necesitados».
A la emigración aludían, en fin, numerosas pancartas exhibidas en diversas poblaciones y al mismo tema se refirieron los jurados de empresa de Barreiros, del polígono industrial de San Ciprián de Viñas, que plantearon también al Rey otras cuestiones, tales como la necesidad de una amplia amnistía laboral y política, las deficiencias en materia de industrialización y la falta de viviendas sociales.
Vítores, aplausos y entusiasmo de miles de gallegos que presenciaron el paso de los Reyes por muchas pequeñas poblaciones de Orense y en bastantes casos estrecharon las manos de Juan Carlos y Sofía. Pero la provincia, evidentemente, no era una fiesta. Se plantearon con gravedad los problemas, lo que en algunas ocasiones no fue inconveniente para el buen humor. En el barrio de El Puente, en la capital, aparecía una gran pancarta con la siguiente leyenda: «Queremos saludar a los Reyes, por ellos tenemos un día más de flesta».
Los Reyes, bajo palio
En Orense, los Soberanos fueron recibidos por miles de personas. Aproximadamente 10.000 se concentraban en la plaza Mayor y las calles que desembocan en la misma, que presentaban un aspecto impresionante. En la zona no cabía un orensano más.
Entre las pancartas figuraban varias de un municipio orensano, una de las cuales decía: «Pereiro, con Suárez». El presidente no estaba en la comitiva real, en la que cumplía las funciones de ministro de jornada el de Agricultura, señor Abril Martorell.
El discurso del alcalde fue contestado por el Rey, al que el público interrumpió siete veces con aplausos en una intervención que no superaba 230 palabras. Juan Carlos afirmó que es necesario levantar esta provincia, elogió la variedad de las tierras españolas y dijo que «la Patria sólo es grande y fuerte cuando sobre la diversidad priva y resplandece un sentido superior de unidad y de cooperación, que Galicia necesita más que nadie».
La estancia de los Reyes en Orense terminó con una visita a la catedral donde entraron bajo palio portado por concejales de la capital. Durante unos minutos rezaron ante el Santo Cristo.
Alláriz, Ginzo de Limia, Verín..., fueron muchas las poblaciones que contaron durante algunos minutos con la presencia de los Soberanos. En Val de Pereira se pidió a Juan Carlos el máximo apoyo para los vinos de la zona y especialmente para la cooperativa del Ribeiro, que el Rey visitó. Se trata de una obra social importante con 1.600 socios y una capacidad de producción de trece millones de litros anuales. En Carballino, última etapa de la jornada en Orense, Sus Majestades presidieron la inauguración de un Instituto mixto de Enseñanza Media.
Ribadavia ha significado la consagración de Comisiós Campesiñas, que son al campo gallego lo que Comisiós Obreiras a las zonas industrializadas. CCCC, aparecidas en 1969 y revitalizadas en los últimos meses, consiguieron ayer cosas importantes: desde la proyección. internación al que les brindara el semanario francés L'Expres en su número del próximo lunes, hasta la exhibición ante el Rey de una decena de pancartas que reflejaba buena parte de su programa.
Escritas en gallego, las pancartas pedían libertad sindical, se oponían al fraude en la elaboración y comercialización del vino, abogaban por la anulación de la cuota empresarial de la Seguridad Social agraria, exigían créditos a bajo interés y largo plazo, solicitaban un sindicato campesino y atacaban uno de los males endémicos de Galicia de este modo: «Cooperativismo democrático, sí. Non os caciques».
Comisiós Campesiñas, con su gran despliegue de pancartas, muchas de ellas preparadas con los colores de la bandera gallega, planteó los graves problemas del campo gallego. Pero ello no impidió que de 3.000 a 5.000 vecinos de Ribadavia y comarcas vitorearan a los Monarcas. Otros sectores de la población también se expresaron: los ex caballeros legionarios, por ejemplo, saludaban al Rey con un gran cartel.
En la misma Ribadavia, donde el público aplaudió largamente cuando supo que la Reina había recibido la medalla de oro de la Virgen del Portal, una pancarta reflejaba lo que es y piensa la Galicia de hoy: Basta de palabras. Soluciós, decía.
Los Monarcas, que ayer, al llegar a Santiago, recibieron al cabildo de la catedral, dedicarán el día de hoy a visitar Lugo.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.