El oso moscovita
Ya saben ustedes que los gamberros de Jerez de la Frontera han matado a pedradas al oso negro americano que vivía como un pacífico jubilado (pero con mejor pensión) en el zoo de aquella ciudad. Yo creo que los gamberros le habían confundido con el oso moscovita, o sea el ogro rojo qué nunca duerme.Más que una gamberrada, a mí esto me. parece una alegoría. Si ustedes cambian a los gamberros por guerrilleros ultras y al oso por Tierno Galván, la suma que sale es la misma. ¿Cuánto tiempo llevan nuestros alegres gamberros políticos matando a pedradas al viejo oso pacífico del comunismo español, el socialismo intelectual y la izquierda divina y humana?
Como esto ya no se pué aguantá, que diría mi admirada Lola, también jerezana ella y olé, cojo el teléfono y digo que me pongan con los Domecq, que son la única gente de autoridad que conozco en Jerez de la Frontera:
Los Domecq se han ido a trabajar en la vendimia francesa, que esto por aquí está muy malo, señorito (me dice la voz del pueblo andaluz al otro lado del hilo).
Supongo que es una argucia de los Domecq para no ponerse. Entonces voy y le pregunto al viejo oso moscovita nacional, que es más bien un pacífico escritor español de buenas letras, abnegado, luchador, y al que no le veo los estigmas moscovitas así a primera vista.
-Armando López Salinas, para servirle-; me dice el oso moscovita, muy educado.
Armando López Salinas, entre pedrada y pedrada de los gamberros imperiales, opina que si la Corona no juega fuerte, va a empezar a dibujarse en el futuro de España el esbozo lejano de la Tercera República.
-Y la amnistía qué-, le digo.
Pero el oso saca ah ora voz de García Trevijano, que trae un dedo roto (una pedrada como las de Jerez, por cierto) y me dice:
-Será miniamnistía, no lo dudes. Ni siquiera merecerá ese nombre.
-Pues habrá que hacer algo-, arguyo.
-Yo, de momento, voy a hacer una película con Daniel Sueiro me dice el viejo oso moscovita, poniendo ahora la cara y la voz bonachonas de Juan Antonio Bardem.
En vista de que este oso no suelta prenda, me voy a dar media vuelta cuando el oso me regala un puro canario. El oso tiene ahora gafas y el flequillo de Ramón Tamames. Cojo el puro para mi cuñado, que es ferroviario y está con la baja, y me voy a la calle pensando que el oso negro y moscovita del comunismo nacional ya no es negro ni moscovita, ni siquiera parece un oso. Lo que me ha dicho López Salinas, guarda cierta relación con lo que ha dicho luego Ruiz Gallardón de que este Gobierno puede ser el penúltimo cartucho. Los extremos mé tocan, que dijera André Gide, bujarrón genial. O, en versión hortera y penibética de Muñoz Seca, los extremeños se tocan. Qué país, don Jacinto (Miquelarena).
Comunistas, eurocomunistas, socialistas, demócratas como Trevijano, el viejo oso negro nacional de la oposición paciente e impaciente, al que todos los días y toda la vida asesinan a pedradas los alegres señoritos de Jerez, o de donde sea, los gamberros integristas que ahora se han cargado al pacífico osojerezano.
¿Por qué tener a los osos en jaulas y a los santos profetas con el teléfono controlado?
Pero viene una admiradora hispanoamericana (yo tengo admiradoras en todas partes) y me hace la pregunta ingenua:
-¿Y usted cree que la miniaamnistía alcanzará a los osos?
-Mire usted, señora, el Ayuntamiento de Madrid ha dado"orden de exterminar perros y gatos con la coartada de la rabia. El truco de la rabia es como el truco del despotismo de izquierdas, dos viejos trucos que se han usado mucho en este país para acabar con perros y gatos.
Acto seguido firmo otro manifesto político (el quinto de esta semana) para protestar de lo del oso de Jerez. Porque el Gobierno, en su declaración programática, no ha dicho nada del oso.
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