_
_
_
_

Jenkins, futuro presidente de la Comisión Europea

Juan Cruz

El Tratado de Roma no le permite a Roy Jenkins, ministro británico del Interior, contar con el puesto de presidente de la Comisión Europea hasta que no sean nombrados todos sus miembros. Sin embargo, parece seguro que va a ser respetado el acuerdo «entre caballeros que acaban de conseguir en Bruselas los distintos jefes de Gobierno del Mercado Común sobre la nominación de Jenkins para tal cargo. El líder de la derecha laborista de Gran Bretaña será presidente de la Comisión en enero de 1977.Roy Jenkins tiene cincuenta y ocho años. A esa edad todavía podría ocupar un lugar privilegiado en la política británica, pero en los últimos tiempos tuvo muchas dificultades en Inglaterra.

El futuro presidente de la Comisión ha sido uno de los pocos proeuropeos del Partido Laborista. La política de este partido se basó, hasta 1974, en la oposición a toda idea de compromiso con la Comunidad. Desde que entró en el Parlamento, en 1948, Jenkins defendió la integración. Cuando el Gobierno conservador de Heath hizo el último y definitivo intento de colocar a Gran Bretaña en el Mercado Común, Jenkins apoyó la propuesta e incluso hizo campaña a favor de ella. En aquel momento, sus relaciones con Wilson, que jamás habían sido buenas, empeoraron. Asimismo, su conflicto con la izquierda laborista se intensificó.

El «hombre europeo», en Inglaterra

Desde 1975 hasta ahora, Jenkins ha aparecido como el hombre ideal para que Gran Bretaña afianzara su posición en el continente. El mismo lo creyó, pero se equivocó con respecto a las creencias de su partido. Cuando Harold Wilson dejó el cargo de líder de los laboristas, él intentó sucederle. Sólo votaron por él 56 ardientes seguidores. Jenkins sufrió una decepción que hizo temer su salida definitiva del Gobierno y que finalmente le llevó a rechazar el cargo de ministro de Asuntos Exteriores. Siguió en el puesto de ministro del Interior, donde ya había estado en el primer Gobierno de Wilson.

En realidad, el hombre que quizá firme algún día la admisión de España en la Comunidad Económica Europea es el líder que no han podido tener los liberales. Hijo de un minero galés, Roy Jenkins entró en el laborismo acaso por respeto a sus raíces. Su pasión de intelectual ha sido lord Asquith, cuya tumba visita con frecuencia. Sobre Asquith, que fue primer ministro liberal, Roy Jenkins ha escrito una espléndida biografía. Sus ideas -el igualitarismo, la civilización, el individualismo- se acercan más al contexto de las ideas liberales que a las convicciones socialistas de sus compañeros de partido.

Un hombre claro

Únete a EL PAÍS para seguir toda la actualidad y leer sin límites.
Suscríbete

Hugh Thomas, el historiador de la guerra civil española, que se considera partidario de Roy Jenkins, nos dijo una vez que el defecto de este eterno aspirante a líder ha sido su claridad: «Mientras que Wilson oculta que es un hombre muy de derechas, Jenkins no lo niega e incluso hace profesión de fe derechista.»

«Es un hombre de derechas -añadía Thomas- pero mantiene una política socialista: sus opiniones sobre los derechos humanos, sobre Europa, son bastante claras. Es mucho más abierto que el resto de sus colegas en el partido. No es un revolucionario; es un reformista. Digamos que es el Indalecio Prieto de la situación. »

El Prieto inglés estuvo a punto de dirigir una facción socialdemócrata dentro del laborismo. Esa facción pudo haber dividido el partido y crear otro del que Jenkins hubiera sido líder natural. «Pero esa división de momento, es imposible, sentimentalmente hablando. Jenkins estaría intelectualmente en favor de la división, que ya se advierte, pero es consciente de que los sentimientos laboristas no se pueden allanar por los desacuerdos existentes.»

Da la impresión de que la actitud de Jenkins con respecto a España puede ser más tolerante que la que pudiera haber adoptado cualquiera de sus compañeros de partido. Su aproximación a la política y a la historia españolas es más intelectual y más fría que la del resto de los laboristas, especialmente la de aquellos que se sienten inmersos en el movimiento sindical. Hablando de otras cosas, Jenkins definió su manera de estar en política: «Nosotros, los de derechas, sentimos que la demagogia y el sentimentalismo van en contra de nuestro modo de ser.»

Europa, una entidad política natural

Jenkins cree en Europa como una unidad política natural y hará lo posible para que esa unidad no se destruya, sino que se intensifique. En ese sentido, Jenkins no será el abogado que Gran Bretaña quisiera tener en el continente.

Como ministro del Interior, Roy Jenkins fue responsable de la ley Antiterrorista todavía vigente en Gran Bretaña. En una Europa preocupada, ahora más que nunca, por el fenómeno terrorista, parece que Jenkins tiene alguna experiencia que ofrecer. Asimismo, fue el creador del organismo que trata de armonizar las relaciones raciales, muy deterioradas en los últimos tiempos, y en las últimas semanas ha reforzado la legislación sobre la que se basa tal organismo para evitar que las discriminaciones existentes -en los empleos, en las es cuelas, en la vida diaria- continúen haciendo imposible la difícil convivencia ciudadana.

Tanto la ley Antiterrorista, que los enfrentó con la izquierda, como la igualdad racial, que ha suscitado las iras de la extrema derecha, no han disminuido en este país la popularidad de Jenkins. La razón por la que la ha conservado es simple.

Un administrador capaz

Wilson hizo de Jenkins una definición que sigue vigente y que los europeos pueden comprobar ahora: «Jenkins ha probado su capacidad administrativa y su coraje». Si ambas cualidades las usa para poner de acuerdo a las facciones que van a sentarse con él en la mesa ejecutiva de la Comisión Europea, seguramente el Mercado Común va a encontrar en él al líder político que la socialdemocracia continental estaba buscando para que la CEE no naufragara.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_