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La Conferencia Comunista Paneuropea

El "concilio rojo" desembocará en simple manifiesto

Veintiocho secretarios de partidos comunistas europeos aprobarán en Berlín Oriental el manifiesto o carta del comunismo europeo que desde enero de 1947 venía solicitando el Partido Comunista Italiano para garantizar una mayor colaboración y seguridad en Europa. Berlinguer y Pajetta asistirán por Italia a la cumbre que estará abierta a la prensa.A la redacción de este documento final se ha llegado tras grandes fatigas. Desde la primera redacción que se hizo en Varsovia en noviembre de 1974 las modifica ciones han sido notables, hasta el punto de que los franceses lo juzgan agua de rosas. Los italianos, que sólo hace pocas semanas se oponían a convocar el concilio de Berlin oriental en julio próximo, han hecho presiones para que los franceses aceptaran el documento final. Al parecer se ha impuesto la línea del Kremlin que quiere cerrar cuanto antes el debate, incluso re nunciando a una cadificación de directrices unitarias de los partidos comunistas europeos.

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Para lograrlo Breznev habría renunciado en la redacción del documento final al principio de votarlo por mayoría, y 59 ha impuesto el principio del consenso: cada formulación tenía que ser aprobada por cada participante. El líder soviético había dicho en el último. congreso que las divisiones del movimiento obrero eran invenciones de la propaganda burguesa, sólo discusiones fraternales sobre puntos diversos.

Aunque preocupado porque la moderación no dé sensación de debilidad, Moscú ha renunciado en el documento a expresiones, como «el papel guía de Moscu», «acciones comunes, estrategia común». Cuando a primeros de junio el Politburó decidió salvar la conferencia de Berlin adoptó sin duda alguna la teoría del «doble carácter disciplina en el bloque de la Europa oriental y elasticídad en occidente».

En el documento se tolerarían los vicios a los partidos que no han conquistado el poder como el respeto del cuadro constitucional existente, concesiones a la iniciativa privada, orgullos regionales y nacionales. Los países de la Europa oriental, sin, embargo, que bajo la guía de la URSS habrían superado esa infancia han construido ya la sociedad socialista. Según Moscú, sólo la propaganda burguesa, denigra esa realidad proponiendo para, los países socialistas una demecracia basada en el pluralismo político.

Los italianos querían ante todo salvar la imagen presentada al electorado italiano de ser autónomos de Moscú. Según el francés Jean Kanapa, el documento es muy limitado en sus objetivos, como querían los yugoslavos. Al parecer los que más se han movido para que el, concilio de Berlin únicamente se abra y se cierre, es decir no tenga ni antecedentes ni consecuencias, han sido los yugoslavos.

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Los italianos no ponen en discusión el paraguas de la OTAN y se sienten protegidos, pero los yugoslavos, sobre todo después de Tito, están preocupados por salvar su soberanía nacional. El secretario de la Liga de los Coinunistas Stane Dolane, que visitó recientemente a Berlinguer, cree que ha terminado el monolitismo stalinista y que «cada partido tiene el derecho de definir la propia línea política, según las exigencias de su clase obrera y de su país».

El documento, que se discutirá en Berlín, será, pues, más un mensaje ecuménico de cooperación entre toda la izquierda europea comunista que un pacto de sangre entre los partidos. Los verdaderos problemas entre el comunismo occidental y el oriental quedarán por discutir y la flexibilidad de la URSS del principio «diversidad en la unidad», está dictada más bien por la necesidad de no querer romper un enlace con la clase obrera occidental. Los eurocomunistas (franceses, españoles, italianos, algunos partidos menores como el inglés) y los autonomistas de la Europa oriental (yugoslavos y rumanos) hablarán por fuerza en una lengua diversa que los húngaros, polacos y checoslovacos, cuyos vínculos con a URSS son más estrechos y serviles. Aunque Moscú haya aceptado el policentrismo, la realidad es lo que Pravda decía recientemente: «La verdadera libertad está en el socialismo y el socialismo es el ya realizado».

Cabe preguntarse: ¿Se tratará en Berlín de la estrategia común con las demás fuerzas de la izquierda europea socialistas y social democráticas? ¿Existe en una táctica futura alguna analogía entre el caso español y lo que puede ocurrir en Yugoslavia? A estos interrogantes se podría responder, prestando atención a la declaración de prin cipios,que cada partido haga por su cuenta al ilustrar un documento final, que es un manifiesto más que un programa, que se enlaza con la conferencia paneuropea; de Hesinki del año pasado con un valor de distensión y propagandares pecto a las demás fuerzas socialistas.

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