Las bases USA
LA PRONTA ratificación de tratado de Madrid entre España y los Estados Unidos y el reciente periplo americano del Rey merecen un comentario en lo que respecta a la permanencia de las «bases americanas» en nuestro suelo.Los autores del tratado insisten en que éste no se ha firmado para el arriendo de unos trozos del territorio español, y que las bases son de utilización conjunta y de soberanía española. Señalan, por otra parte, que la ayuda que Estados Unidos prestará a Españá es muy importante en todos los terrenos; sobre todo en el militar, que alcanza un total de más de setecientos millones de dólares.
A la vista de ese monto, y después de analizarlo, hay que convenir en que esa cantidad no explica, efectivamente, el supuesto arriendo del territorio. La ayuda directa en donaciones, esto es, sin retorno, representa sólo 135 millones de dólares (75 millones en material, 10 para entrenamiento de personal y 50 millones para la red de alerta y control). La ayuda indirecta, que consiste en créditos para la compra de material de guerra a la industria norteamericana, es más importante: 600 millones de dólares. Pero sigue sin justificar, por sí sola, la concesión de tantas facilidades territoriales y militares como las que gozan los norteamericanos en España.
El monto de los créditos, por lo demás, representa un porcentaje mínimo de los que las Cortes españolas votarán para los fines de defensa, durante los próximos cinco años. Con un gasto defensivo, en 1976, de unos 2.500 millones de dólares, es fácil predecir que en el quinquenio de vigencia del tratado, España dedicará al esfuerzo defensivo más de 15.000 millones de dólares, lo cual hace que los créditos para armamento de Norteamérica representen menos del 4 por 100 del gasto efectivo en defensa.
Una administración de los fondos de defensa con criterios diferentes, reduciendo drásticamente la desproporción entre gastos de nuevo mantenimiento y gastos de inversión en material, devolvería a España una capacidad de equipamiento más autónoma y más efectiva. Los créditos norteamericanos orientan a las Fuerzas Armadas españolas al material norteamericano, en detrimento simultáneo de la industria militar española y del proceso lógico y natural de integración con la base industrial militar de Europa.
Se asegura que la principal virtud del tratado de Madrid es que enfoca la cooperación hispano-norteamericana bajo una óptica OTAN, para desembocar en la integración de España en la Alianza Atlántica. El tratado afirma que el acceso de España a la doctrina de la OTAN se: realizará a través de los Estados Unidos por medio del Estado Mayor combinado. Pero ésta es una forma imperfecta e incompleta de acceder a una doctrina y a una información. Los aliados de la OTAN lo hacen directamente, en Consejos de ministros y en comités técnicos.
El principal defecto de concepción del punto de vista oficial es el de creer que el tratado de Madrid y la integración de España en la OTAN son dos variables dependientes, que uno está en función de la otra. No es así. Podemos tener tratado y no tener OTAN, por más que el Gobierno español lo quisiera.
No se trata de minusvalorar los esfuerzos diplomáticos del ministro de Asuntos Exteriores para elevar, tanto el nivel como el contenido y los objetivos del tratado, en comparación con los anteriores acuerdos hispano-norteamericanos. El compromiso de desnuclearización de nuestro suelo, suscrito por USA a plazo fijo es, en este aspecto, un avance positivo de primer rango. Seguramente, la salida OTAN es lo mejor que el ministro podía ofrecer al país, a su seguridad y a sus ejércitos. Cuando tanto la doctrina defensiva, como el modelo militar se mantienen en España, en una cierta indefinición, debe darse la bienvenida a la proposición de unas soluciones que ya han sido probadas internacionalmente, precisamente por muchos de aquellos países con los que el nuestro proclama su deseo de integrarse en lo económico.
Pero si como muestra basta un botón, la prueba de que el tratado de Madrid no ha constituido una verdadera alianza
pritre dos potenciassoberanas se halla, por ejemplo, en que no se ha modificado el régimen jurídico que afecta al personal militar norteamericano destinado en España. Este escapa todavía a la plenajurisdicción de los tribunales españoles en casos penales, a diferencia de lo que provee el estatuto de las fuerzas extranjeras en el área de la OTAN. Esta es una situación que requiere urgente clarificación entre nosotros. Las alianzas de una España democrática deben firmarse en pie de igualdad de soberanías, sin concesiones a las posturas prepotentes y, digámoslo con la palabra universalmente aceptada, imperialistas de USA.
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