_
_
_
_
Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

La honorable piara de Epicuro

«Me preguntas qué es lo que soy. Espera hasta que ya no sea. » Ese aforismo, que Feuerbach escribió junto con otros para caracterizar su evolución filosófica, cobra hoy actualidad por lo menos cronológica y probablemente también histórica. A los cien años de, su muerte, fecha que en España ha ido promoviendo traducciones corno ésta que ahora nos ocupa, no se nos antoja ni tan ateo como les pareciera a los teólogos de su tiempo, ni demasiado piadoso, que así le apodó Stirner, ni tan teológico como Nietzche dijo que había sido. Releído en la revolución cultural de 1968, esto es, en el clima del proyecto marcusiano de una nueva antropología, Feuerbach nos sale de nuevo al paso como un primitivo de la emancipación.Primitivo al que, como es de rigor, rodea un cierto halo de ingenuidad teórica, a la cual recurrimos en busca de alivio desde el fárrago actual de nuestras teorías, correspondiente al sofoco de nuestras posibilidades vitales (de la praxis, que inevitable mente dirían otros). La emancipación completa de los sentidos humanos, de las cualidades del hombre, que Feuerbach postula, sigue siendo una consigna vigente para todos los que, no solo a estribor, sino también a babor, apetecen hoy sentirse honorables miembros de la piara de Epicuro. Este es el motivo por el que, como Engels dijo entonces, podemos seguir nosotros diciendo que a esta sazón somos feuerbachianos.

Tesis provisionales para la reforma de la filosofia,

de Ludwig Feuerbach. Madrid Editorial Labor. 1976.

Dijo esto Engels refiriéndose a cuando él y su egregio siervo y señor, Karl Marx, eran jóvenes. Los triunfos de Feuerbach sobre los apuros materialistas de los siglos XXVII y XXVIII; su avanzada desde el materialismo mecanicista al materialismo antropológico, así lo justificaban. Pero también en los dioses ocurre la madurez como proceso irretenible (que acabará en la senectud). Marx y Engels, sin dejar nunca de reconocer su débito inicial para con Feuerbach, tuvieron que hacer frente a su destino -o a lo que, según Thomas Mann, es lo mismo, su libertad subiendo un tramo más en el desarrollo del materialismo; del nivel materialista antropológico, prisionero ea exceso de una naturaleza contemplada, al de un materialismo histórico en el que la categoría de praxis social es tan Predominante como voluntariosamente objetiva.

Grandes fueron, y graves, las adquisiciones en este tránsito ni más ni menos que la sustitución del comunismo filosófico por el socialismo político. De acuerdo con Alfred Schmidt, el último frankfurtiano, no negaremos el elevado costó de este proceso, puesto que nosotros somos los que estamos pagándolo. Y al decir nosotros, no le pongo al pronombre más que un énfasis desenfadado. Nosotros, los que no. estamos dispuestos a aburrirnos, a seguimos aburriendo (clase política quizás no desdeñable); nosotros, que a riesgo de pasar por inmorales, no nos prestamos a predicar decálogos, como lo hacen tantos, en cuya practicabílidad moral no creemos ni por asomo.

En el parto del eurocomunismo, que como criatura occidental, hasta ahora bastarda, pero rica en sangre culturalmente legítima, ojalá lógre pronto su reconocimiento, se utilizaron, hace unos diez años, los servicios mayéuticos de lo que más que una edad de Marx vino a significar un inmarcesible fenómeno marxiano; el joven Marx, al cual es plausible la referencia porque Marx es un clásico. (Sin ser kantista, no renunciaré a Kant; sin ser hegelista, no renunciaré a Hegel: sin ser marxista. no me quedaré sin Marx, esto es que seré marxiano. La conciliación de muchos con pocos y de pocos con muchos -depende de dónde se coloque el punto de mira- está en función de ello). Y en esa juventud de Marx y Engels reluce Feuerbach, digámoslo entornando a Ortega, como una decadencia matutina. No en vano llamó Althusser a estos escritos ,que Eduardo Subirats traduce de manera impecable en cuanto a lo conceptual y un poco despeinada en los aspectos de forma expresiva, Manifiestos filosóficos.

Toda la cultura que va contigo te espera aquí.
Suscríbete

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_