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Aportación española a la lucha por la calidad de la vida

La preocupación mundial por la escalada en la destrucción del ambiente que justifica la convocatoria sobre el hábitat humano de la conferencia en Vancouver, tiene también eco en nuestro país. Los cursos sobre la materia se multiplican y nuevas entidades vienen a abordar el problema. El Centro Internacional de Formación en Ciencias Ambientales (CIFCA) es uno de esos intentos. Amparado por la ONU, pretende dar la versión española y latinoamericana de la lucha por una mejor calidad de vida. Su curso inaugural, en el que se han dicho cosas claras se clausuró en Madrid, pocas horas antes de comenzar la conferencia de Vancouver.

Arturo Soria, ingeniero de Caminos, y uno de los participantes en el curso que ha finalizado asegura que se trata ya de hacer más que hablar o medir:«Hay que superar el enfoque exclusivamente técnico. Aquí parece que lo único que se hace es medir y medir. No creo que hagan falta esas grandes redes de medición que se hacen. ¿Y después qué? Ya se sabe que contaminan los taxis, los autobuses, los camiones. Eso en cuanto a la contaminación por humos. Se sabe que damos unos índices superiores a los de Inglaterra. Pero sabiendo todas esas cosas, hay que tomar medidas. No se trata de medidas extraordinarias o importadas. Sigue siendo válido lo de que no es posible matar mosquitos a cañonazos. Para Madrid, por ejemplo, no hacen falta grandes ideas. Se trata de medidas muy concretas que habría que tomar».

De hecho las actividades de CIFCA están sirviendo para que sea posible una concentración a todos los niveles de técnicos y... políticos en la materia. Alfonso Santacruz, embajador de los organismos de las Naciones Unidas y director del Centro, parece satisfecho: «Por aquí vienen funcionarios públicos o de la empresa privada..., ingenieros, abogados. Interesa tener presente desde cualquier actividad la calidad de vida en su conjunto. Eso puede hacerlo un ingeniero o un profesor. Y es este enfoque interdisciplinario lo que más nos interesa».

La presencia oficial tampoco falta. Presidencia del Gobierno ha destinado fondos al proyecto CIFCA. Ricardo Calle, director general de Acción Territorial y Medio Ambiente, afirmaba en la clausura del primer curso de CIFCA: «Antes de que acabe el año 1976 se habrá realizado en España una diagnosis de todos los problemas ambientales del país. No se trata de una nueva investigación.

Se trata de recopilar el material J disperso y ordenarlo. Hay mucho realizado ya».

La disyuntiva es otra vez entre técnica y política. Mientras unos consultores de CIFCA aportan análisis tras análisis, otros reclaman acción. María Teresa Estévez prometía como coordinadora de cursos especiales, estudios sobre el impacto ambiental: control del efecto de una central nuclear, de un vertedero de basura, de un embalse hidroeléctrico o de espacios nacionales protegidos.

En la otra vertiente del problema, Fernando García Lahiguera, alto dirigente de la Unión Social Demócrata Española (USDE), se incorporaba ayer a CIFCA, aportando su visión política del problema.

«La USDE -declaraba- no quiere enfocar el tema de la calidad de vida, en un sentido negativo, como lo sería hablar sólo de impedir el deterioro ambiental. Es que existe una cuestión previa, más positiva: mejorar lo que existe. Porque para personas que viven en condiciones infrahumanas ¿qué sentido tienen escuchar eso de no destruir el ambiente sino de mejorarlo?».

«También estamos en contra del principio de que el que contamine, pague, porque eso no redime la cuestión. Los efectos de la destrucción ambiental son irreversibles. Los silicóticos que pierden la salud en las minas no la recuperan porque alguien pague. No se puede contaminar..., ni pagando. Estas son las dos líneas directrices de la política ambiental de la socialdemocracia, USDE no se había planteado este tema hasta su primer congreso de diciembre y pasado. Ahora está claro para nosotros que contaminar es destruir y que todo lo que se pague no vale la diez millonésima parte de una vida humana destruida por su ambiente».

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