La "pax siria"
Por tercera vez durante la presente guerra civil libanesa, un importante contingente militar sirio ha intervenido para separar a los beligerantes. Unos dos mil soldados y un regimiento blindado, de 60 tanques, liberaron las aldeas cristianas de Kobayat y Andkiti cercadas y bombardeadas por las tropas del teniente musulmán rebelde Ahmed el Maamari.Con la entrada de estas fuerzas las tropas sirias en el Líbano llegan ya a 12.000 hombres, según unos; 20.000, según otros. Como en las ocasiones anteriores una importante controversia en torno a la intervención siria ha surgido entre los combatientes.
El líder de la izquierda (musulmana-palestina), Karnal Jumblatt, y su aliado cristiano, el diputado Flaymon Edde, han formulado graves. acusaciones contra el Gobierno de Damasco. Sostienen que Siria trata de anexionarse una parte del Libano «de acuerdo con una conspiración norteamericana que prevé el reparto del país en tres zonas, una norte que quedaría bajo él control sirio, otra cristiana, y una tercera, al Sur, Palestina.»
Las primeras reacciones dentro de la resistencia palestina no presagian un fácil acomodo con esta nueva acción. Salah Jalaf, Abu Iad de nombre de guerra, segundo hombre de Al Fatah, y relacionado siempre con los sectores más duros palestinos, ha condenado claramente la nueva intervención.
La radio falangista, que menciona por primera vez en el transcurso de la contienda a un «Ejército del Líbano» -que vendría a ser el quinto o sexto ejército que combate- ha retransmitido un llamamiento hecho por el jefe del Partido Falange (Kataeb), Pierre Gemayel, al primer ministro soviético, Alexei Kosyguin, que visita desde hoy la capital siria, para que impida la balcanización del Líbano.
En los últimos meses la potencia de fuego de los combatientes se ha incrementado considerablemente, con lo cual la guerra se transformó en más mortífera y destructora. Se ha señalado que las fuerzas cristianas disponen de los modernos cohetes franceses SS- 11, mientras que los izquierdistas, al parecer, habrían recibido los modernos Grad soviéticos, equiparables a los galos.
La coincidencia de esta nueva presión militar siria con la visita a Damasco del primer ministro soviético, Alexei Kosyguin, ha sido interpretada por algunos observadores como un respaldo de Moscú al presidente sirio Hafez el Assad. La URSS, sin embargo, tendrá que conciliar sus intereses en la región con las contradictorias posiciones árabes. Muy en particular la iraquí, de apoyo al Frente de Rechazo palestino, y a la izquierda libanesa, y la Siria, partidaria del mantenimiento del «statu quo» libanés.
Radio Damasco, que anunció que su entrada en el Líbano se debe a los «miles de telegramas que le enviaron los habitantes de las localidades cristianas atacadas», habla de encuentros entre delegados cristianos y musulmanes, muy en particular los del teniente Ahmed el Maamari, catalogado ya por la izquierda libanesa como «hombre sirio».
Las últimas 48 horas de guerra en Líbano han sido las más trágicas hasta el presente, con un promedio de 200 muertos diarios. El presidente electo, Nicolás Sarkis afirma, como lo hizo su antecesor Frangieh, que aún no ha, renunciado, que lo primero es restablecer la seguridad.
He ahí, precisamente, la tarea central del presidente Frangieh y de todo el Gobierno durante el año largo de guerra transcurrido. Israel sigue con atención la situación y el avance de las tropas sirias, pero no hay indicios por el momento de que piense intervenir. De momento, todo depende de Damasco, y los imponderables.
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